Luis Bru.
Uno de los pilares de la financiación mixta de El Español está fallando con bastante estrépito: se trata de las suscripciones. El 26 de octubre de 2018, en la celebración del tercer aniversario, en el Hotel Palace, Pedro J Ramírez animaba a los presentes a suscribirse: “convertíos en leones de El Español”.
El tono imperioso y acuciante estaba justificado: El Español tiene cada vez menos suscriptores a tenor de los ingresos reflejados en las cuentas de 2017. Si en 2016 ingresó por suscripciones la cantidad de 852.875 euros, lo que recaudó por ese concepto en 2017 se ha reducido a 676.791 euros. Si se tiene en cuenta que la suscripción cuesta 84 euros anuales, los suscriptores actuales rozan los 8.000.
Una auténtica fuga a la carrera pues Pedro J Ramírez afirmó que de los 10.000 suscriptores del inicio había pasado a finales de 2015 a 12.000. Es decir, El Español ha perdido desde entonces un tercio de los suscriptores.
“Conseguir 10.000 suscriptores antes de nacer es algo fantástico que supera todas nuestras expectativas más optimistas”, dijo Pedro J Ramírez en el puesta en marcha de su digital, recalcando que el modelo de financiación de El Español iba a ser mixto. En 2016 ya empezó a lanzar mensajes de alarma solicitando colaboración: que “nos ayudéis a captar nuevos suscriptores divulgando entre conocidos, familiares y amigos”. Luego se pasó al recurso de la promoción ofreciendo tres meses gratis a cambio de una suscripción anual, e incluso Pedro J Ramírez anunció una gira por diversas ciudades españolas con el fin de promover nuevas suscripciones.
Es probable que el indudable éxito inicial hiciera que se dispararan las expectativas. Los temores respecto al Gobierno de lo que informan diversas fuentes a Rambla Libre –“Pedro J no se atreve con Pedro Sánchez”- estén basados en el miedo a cualquier boicot de la publicidad institucional y las grandes carteras, siempre muy relacionadas con el poder político, porque el complemente de independencia que le hubieran ofrecido las suscripciones no existe y tiende a menguar.
María Ramírez, hija de Pedro J y uno de los primeros abandonos del auténtico éxodo padecido en la redacción, detectó desde los comienzos que todas las esperanzas puestas en la suscripciones estaban condenadas al fracaso: “La gente no está acostumbrada a pagar por las noticias, especialmente en la red, porque lo asocia con la pertenencia a una comunidad, que es la razón principal por la que se suscribieron en un principio”.
Las variaciones que ha experimentado Pedro J, con lo que algunos interpretan como un giro a la izquierda, con posiciones de militancia en la ideología de género, no favorecen esa imagen de comunidad y el sentido de pertenencia. Tampoco el trato dado a quienes más apostaron en principio creyendo que adquirían acciones y luego se han visto atrapados en unas participaciones de difícil venta ha dado credibilidad al proyecto empresarial, cuya realidad y expectativas son cada vez peores.