Luis Bru.
La España oficial se desayuna cada mañana con la novela de serie negra propia de Dashiell Hammett (el autor de El Halcón maltés) de los audios del comisario José Manuel Villarejo Pérez, quien preso preventivo en Estremera, acusado de blanqueo, cohecho y organización criminal, quien está innovando en el periodismo, con el tumbativo subgénero de periodismo en las cloacas.
Hasta el momento, Villarejo filtraba sus informaciones, siempre con una intencionalidad de chantaje, a través de sus periodistas de cabecera, Eduardo Inda, Esteban Urreztieta y Manuel Cerdán. Éste último en el digital de Inda ofreció recientemente los audios en Londres con Corinna zu Sayn-Wittgenstein, en los que ésta desvelaba su condición de testaferro de Juan Carlos de Borbón.
También Villarejo puso en marcha el digital Información Sensible, dirigido por su mujer. Demasiado obvio. Ahora Villarejo se ha desprendido de sus antiguos aliados –Pedro J Ramírez siempre ha quedado fuera de este mercado, como casi de todo- y, según fuentes solventes, está detrás de moncloa.com, el digital a traves de los cuales se están haciendo públicos los audios del almuerzo en el restaurante Rianxo al que asistieron Baltasar Garzón y su protegida Dolores Delgado, hoy ministra de Justicia.
Los audios están mostrando el nivel de degradación alcanzado por la España oficial, como los deberes onerosos que se ponen al conjunto de los ciudadanos son obviados en la conversaciones privadas, tildando de «maricón» a Fernando Grande-Marlaska, o como magistrados y fiscales de la cúpula judicial aprovecharon un viaje oficial a Cartagena de Indias para hacer turismo sexual. Con base en los hechos resuena la sentencia de Garzón: «La Justicia en España es una mierda».
El director de moncloa.com, que promete seguir dando que hablar, con la fuente informativa inagotable de Villarejo, es el exInterviú, Joaquín Vidal, y cuenta con siete periodistas. Sorprende la torpeza del Gobierno y las estructuras del Estado para no haber blindado la marca Moncloa y se ha entrado en un nuevo juego, en el que las llamadas «cloacas del Estado» se han dotado de su propio instrumento periodístico. Es el periodismo en las cloacas.