Editorial.
Las infames mentiras y manipulaciones de la casta política europea, y con ella de la española, han entrado por completo en el terreno del ridículo. Para evitar las responsabilidades de sus políticas migratorias laxas, que han disparado los delitos y las violaciones por toda Europa, y la islamización subvencionada a la que ha procedido, con procesos de nacionalización irresponsables, en aras de la quimera multicultural, la casta política se ha inventado que los desequilibrados, los que padecen problemas psíquicos o han tenido tratamiento por enfermedades mentales no son terroristas. De esa manera, las autoridades oficiales, con la connivencia y corrupción moral de las policías, están intentando borrar de un plumazo el terrorismo islámico para pasar a criminalizar la enfermedad mental y dejarlo todo en materia del diván del psiquiatra.
Esta grosera manipulación resulta indignante y pretende tratar a las opiniones públicas como compuestas por completos imbéciles. Lo que, al final, están diciendo esa casta política degenerada y los responsables policiales nombrados por ellos es que los terroristas deberían ser personas normales, sanas mentalmente.
La realidad es que, aquí y ahora, en la Europa actual, todos los terroristas son musulmanes y actúan bajo la pulsión de su fanatismo al grito de Allahu Akbar. Todos los terroristas son, en tanto que tales, desequilibrados y notoriamente sádicos. A todos se les puede, sin duda, diagnosticar alguna enfermedad mental. Todos los terroristas son enfermos mentales. Y todos los terroristas son enfermos mentales y a la vez musulmanes. Esa es la realidad.
Es lamentable que los medios de comunicación, rompiendo con su función de contrapoder y de búsqueda de la verdad, participen en estas groseras y ridículas manipulaciones, que recientemente hemos visto en el asalto por un musulmán de la Comisaría de Cornella o en la matanza de Trappes, cerca de París.
Esta manipulación se ha hecho endémica y sólo busca exonerar a los políticos de su inmensa responsabilidad, también penal, al haber desprotegido a sus poblaciones obligándolas a ser cobayas de un experimento de ingeniería social, llenando calles y ciudades de delincuentes y terroristas.
Los más desequilibrados, los que tienen más problemas mentales, los que deberían ser incapacitados y juzgados son los políticos que desgobiernan las naciones europeas.