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Falsa unidad del PP de Pablo Casado

Redacción




Editorial.

Pablo Casado ha decidido no integrar en su ejecutiva al sector liderado por Soraya Saénz de Santamaría, que obtuvo el 43% de los votos en una falsa segunda vuelta de unas primarias que en el escuálido cuerpo electoral real ganó ella. Integrar a los seguidores de María Dolores de Cospedal es la consecuencia del pacto corrupto establecido por la exsecretaria general con el nuevo presidente, basado en enconadas enemistades. Integrar a José Manuel García Margallo, tan adicto a la cultura de lo gratis, tan gravosa al contribuyente, es, cuanto menos, una broma.

El equipo ahormado por el nuevo presidente nos parece endeble y marcado por la sumisión lacaya, con Teodoro García Egea, como secretario general, Dolors Monserrat, como portavoz en el Congreso, y Javier Maroto, como secretario de organización. El PP no mejora sino que empeora.

Es preciso reiterar que las primarias del Partido Popular han sido un fraude cometido por el aparato del partido que ha sido el que ha tenido la última palabra. La segunda vuelta de unas primarias ha de ser con el mismo cuerpo electoral.

Lejos de unidad el PP ha exhibido rencillas personales, peleas mediocres de aparato. No deja de ser significativo que la primera provincia de Andalucía que va a visitar Pablo Casado es Córdoba porque ha sido más afín a él, frente al apoyo de Sevilla a Soraya. En Alicante, por ejemplo, lo que se ha producido es una clara conjura del presidente de la Diputación, César Sánchez, el presidente del PP de Alicante, Toño Peral y el alcalde de la capital, Luis Barcala contra el presidente provincial, José Císcar. Todo esto no es edificante, ni entusiasmante. El entusiasmo que se predica respecto a Pablo Casado es impostado e interesado.

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Es preciso mantener un plus de escepticismo respecto a las propuestas del nuevo presidente del PP toda vez que nunca las ha expresado mientras su partido las traicionaba desde el poder, al tiempo que él era el portavoz del partido dedicado a ocultar y dar coartada a esa traición. Constatamos que no ha hecho ninguna referencia a la inmigración, lo cual resulta sorprendente tratándose de uno de los problemas más graves con los que tiene que lidiar España.

Pablo Casado no sólo no ha conseguido la unidad de su partido, sino que su estrategia es laminar a sus opositores. Una senda inquietante que no augura nada bueno.