Editorial.
El 14 de octubre tendrán lugar las elecciones en la länder de Baviera. Se trata de una cita que no sólo interesa a la región bávara sino que tendrá resonancias en toda Alemania y en toda Europa. Es un momento en el que el rumbo puede ser cambiado en la buena dirección. Y la buena dirección sería que Alternativa para Alemania ganara las elecciones. Hay momentos en la historia en los que las medias tintas no sirven para nada, no solucionan nada, y las medias tintas con la CSU.
El partido democristiano bávaro ha venido teniendo mayorías absolutas ininterrumpidamente desde 1947. Eso ya no se va a repetir. En las últimas elecciones legislativas Alternativa para Alemania obtuvo el 12% de los votos; con la mera repetición de ese dato la CSU perdería la mayoría absoluta. Las encuestas le dan un resultado en descenso del 38%, pero en caída, según un sondeo que ya refleja el acuerdo migratorio entre Seehofer y Merkel. La tendencia de todos los sondeos apuntan a un ascenso de los votos de Alternativa para Alemania que se sitúa en el segundo puesto con el 16%, tanto en el ámbito nacional como en Baviera. Aunque las encuestas alemanas son fiables, siempre han apuntado ligeramente a la baja respecto a los resultados en el caso de AfD. Desde esas premisas, damos por descontado que AfD será, ya, el segundo partido en votos en Baviera.
Los bávaros deberían ser conscientes de lo que está en juego para ellos y para todos y votar masivamente a Alternativa para Alemania. La CSU es corresponsable del desastre montado por la canciller Ángela Merkel, con su irresponsable “¡Vamos a lograrlo!” de 2.015 abriendo las puertas a una invasión islámica, que ha producido hechos tan bochornosos y terribles como las agresiones multitudinarias de la Nochevieja de Colonia y la llegada del terrorismo indiscriminado que se tradujo en la masacre del Mercado navideño de Berlín por uno de los acogidos por la CDU y la CSU.
La CSU ha exhibido mucha retórica pero no ha hecho nada. La CSU hizo críticas en 2.015 pero siguió dando soporte político a Ángela Merkel. El reciente pulso de Horst Seehofer es un episodio más de una historia de despropósitos, engaños a los alemanes y venta de humo. El cambio de retórica viene motivado por el miedo al ascenso de Alternativa para Alemania.
Es tremendo que se venda que la llegada de inmigrantes ilegales, que han sido vendidos falsamente como refugiados, se ha reducido, cuando, obviamente, es acumulativa. Alemania soporta 1.600.000 musulmanes sin oficio ni beneficio que ponen en riesgo su seguridad y su identidad. No sólo es cuestión de que no entren más, sino de que deben volver a sus casas: la guerra de Siria prácticamente ha terminado. No hay excusas.
La CSU ha dicho mucho pero no ha hecho nada. No ha defendido a los bávaros de la invasión migratoria. Por supuesto, el SPD es un partido que carece de sentido. Sus ideas se han demostrado falsas y en esta cuestión clave es un caballo de Troya. Los Verdes son un voto descomprometido propio de una suicida con instintos de suicidio colectivo. Es tirar el voto al contenedor de reciclaje.
No podemos por menos que mostrar nuestro asombro por la proeza de Alternativa para Alemania que se ha abierto paso contra brutales campañas de descrédito desde los medios de comunicación. Ángela Merkel representa la destrucción de Alemania y de Europa, y la CSU ha sido su cómplice necesario. Alternativa por Alemania merece ser el partido más votado el 14 de octubre en Baviera, porque son la solución.