Enrique de Diego.
George Soros, el malvado financiador del multiculturalismo y de la invasión islámica de Europa, ha estado en carne mortal, a sus más de 90 años, en La Moncloa reunido con Pedro Sánchez, el Rey Mierdas, el de las sucias manos, y con el camaleónico Josep Borrell.
Soros es el capo y amo de esta izquierda patética sometido a los dictados de los poderes más oscuros del capitalismo que son los que la financian y la dan de comer, sufragan sus asociaciones y onegés, sus aparatajes de la corrección política, sus medios infectos. No es extraño que el lacayo Alberto Garzón le rindiera pleitesía tildándolo de «filántropo». En 2.017, incrementó en 15.000 millones los fondos de la Open Society para llevar a cabo sus planes destructivos.
Por supuesto, el Rey Mierdas –todo lo que toca lo convierte en mierda- está a sus órdenes y a su servicio en primer tiempo de saludo. Parafraseando al gran Beato de Liébana, ya le tildé de cojón de Soros. Lo que ha venido a ordenar es que hay que salvar como sea a Ángela Merkel sacrificando a España, cuestión a la que está bien dispuesto Pedro Sánchez, al que le importa una higa la Patria que ya la tiene de rebajas en el baratillo sedicioso y separatista.
Soros dijo el año pasado en París que «ya no son palabras, Europa está en riesgo«. Europa es la Unión Europea, Bruselas, la burocracia. También expresó que, desde la crisis migratoria de 2.015, «todo lo que podía ir mal, ha ido mal». Y más recientemente, este anciano podrido y degenerado ha publicado un artículo en Il Corriere della Sera diciendo que no se puede tensar más a Italia porque eso reforzaría a Matteo Salvini. Ahora la que está en peligro es Ángela Merkel que tiene que llevar algo en la mano para que Horst Seehofer no cumpla la amenaza de su ultimátum, a lo que seguramente está predispuesto si se le da una salida honrosa.
Ceuta y Melilla en inminente peligro
Merkel ya ha hablado de acuerdos bilaterales, porque no hay posibilidad alguna de una respuesta «europea«, puesto que el rechazo de los cuatro de Visegrado es rotundo y el cordón sanitario ha sido roto por Austria y, con gozosa escandalera, por Italia. Seehofer exige que los peticionarios de asilo se queden en el país de entrada. Italia no va a ceder. Este endeble y estúpido Gobierno de España que padecemos por supuesto que sí. Ceuta y Melilla están en inminente peligro, pues pueden ser sacrificadas como esos centros de desembarco «cerrados«, de lo que habló Macron, una especie de grandes CIE, que han sido un completo fracaso, pues no se retiene a nadie, se les pone en la calle; sólo se usan con cierta eficacia para mantener cerrados a los que van a ser deportados tras cumplir condena.
Pero toda España puede ser convertida en un gran campo de refugiados africanos. Y digo lo de refugiados para entendernos en el lenguaje del Gobierno y esta izquierda apátrida, porque no lo son; es una invasión en toda regla pagada por el contribuyente, al que Pedro Sánchez se dispone a expoliar aún más.
Para salvar a Merkel hay que sacrificar, reventar a España. Es un acuerdo bilateral que será vendido como europeísmo. Todo esto es un terrible engaño a las sociedades a las que se está llevando al conflicto, porque Merkel es un cadáver político y la Unión Europea ha muerto. En términos esenciales, la Unión Europea ni tan siquiera agoniza, su óbito se ha producido, lo que no implica que su entierro sea mañana o dentro de unos meses, pero su fecha de caducidad es 2.019, el año de la rebelión de los europeos en defensa de su sociedad, su civilización, su cultura y su supervivencia. Soy pesimista en el corto plazo, porque lo que viene no se lo deseo ni a mi peor enemigo, pero optimista a medio y largo plazo porque se avizora un arrollador rearme moral que barrerá toda la inmundicia que venimos soportando durante cuatro décadas. Muy clarificadora e ilustrativa la entrevista con Rebecca Sommer, que tanto éxito está teniendo entre nuestros lectores y que merece ser difundida al máximo.
Ahora se trata de ganar tiempo, de mantener la ficción, de extender el dolor, de agravar el conflicto, porque la política migratoria pasa por la vuelta a cordura, el cierre de fronteras y las deportaciones. Casi toda Siria es ya un lugar seguro, gracias a Al Assad y a Putin, así que si hay refugiados de verdad, sirios de verdad, deben de volver lo más rápidamente posible, porque esta inmigración subvencionada, que no genera más que conflictos, que por ejemplo en Suecia ha disparado las violaciones en un 1.600 por 100, está hundiendo las economías de las naciones europeas y destruyendo sus sociedades.
La reunión conspiratoria de Moncloa de Soros con Sánchez y Borrell -de la que no se ha informado a la opinión pública en una lamentable estrategia ocultista y que ha sido silenciada por las televisiones, chitón- tiene todo el aroma de un velatorio: la Unión Europea ha muerto, ya no habrá nunca un gobierno supranacional europeo de burócratas, pero la resistencia a certificar oficialmente su defunción va a ser tremenda. La venceremos.