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Pablo Casado: No es tiempo para viejos prematuros como tú

Redacción




Yrene Callais.

Estoy de este niñato hasta el último pelo. Este chavalin que va de joven y de renovador pero que no tiene ni una sola idea en su cabeza. A ver, cuénteme su programa, charlatán, vacuo chalán manifacero, como se dice en la Comunidad Valenciana. Usted no es más que un viejo prematuro, con una mente arteroesclerótica, porque nunca se ha puesto de codos, como sus hermanos los médicos. Usted es un bon vivant que se sabe el argumentario y la retahíla, y le da a la charrameca, pero a mí, Yrene Callais, no me las da con queso.

Y tampoco se las das a la titular del Juzgado 51 de Madrid, Carmen Rodríguez Medel, que tiene muy claro que tu máster de Derecho Público del Estado Autonómico no tiene los 60 créditos necesarios para convalidar 18 de las 22 asignaturas. Y canta mucho que las convalidaciones las firmara el mismo rector, entonces Fernando Suárez. No tienes estudios, Pablo, lo tuyo es una simple y llana cacicada.

Detrás de esa pose de pijo madrileño que habla entre dientes, un poco al estilo trasnochado ya de los Julio Iglesias y de los personajillos de la transición, cuando se da autobombo de cuando estudiaba usted en Inglaterra, habrá que ver si habla el inglés y cómo lo habla, porque yo de usted no me creo nada. El que miente en lo poco, miente en lo muho, y a pesar de su condición de aforado, sé muy bien que Esperanza Aguirre medió para que le dieran la carrera, porque usted en una Universidad privada y pijotera, donde papá paga y al niño con muchas facilidades le dan el título, no fue capaz de en siete años tener ni dos cursos, pero de repente se hizo la luz, de repente la inteligencia hizo aparición en este necrosado viejo prematuro: doce asignaturas en cuatro meses, ¡toma!. Y no me extraña porque durante mis tiempos de estudiante conocí a un sujeto que en dos meses aprobó ocho asignaturas, consecuencia de ser hijo de un prestigioso magistrado del Constitucional.

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Así que no me choca. Usted lo que tiene es una fantasía desbordante. Se ve que ha estado mucho tiempo con viejos, escuchando conversaciones del tardofranquismo y de la transición, donde el niño si era de buena familia, con un poco de inglés y unos cuantos enchufitos, se le podía colocar. Esta visto que durante muchas generaciones la clase política franquista tenía una formación muy sólida. Pasada esa época la meritocracia se fue degradando legislatura tras legislatura hasta llegar a proponer a un candidato como Pablo Casado, que representa la mediocridad. Un hombre sin una sola idea. Un tonto rodeado de serpientes. O más bien de sanguijuelas que le chuparían la sangre. Todos esos que en las radios, como el pigmeo espiritual de Federico Jiménez Losantos, lo lisonjean, los mismos que otrora lo hicieran con la prepotente Esperanza Aguirre, o el recién enterrado Albert Rivera, ahora han puesto sus garras en carne fresca e incauta.  Me gustaría conocerle alguna idea, porque me recuerda a esos muñequitos de feria, que eran como viejos prematuros con caritas infantiles a los que se daba cuerda y repetían y repetían. A los que uno al final acaba arrinconando. Su futuro es el ostracismo.

Pablo Casado es un juguete roto. Y no olvide que aquellos que ahora le lisonjean esperando sacarle el hígado y el corazón, porque ay de usted si no cumple sus expectativas, porque son despiadados como lo han sido con el pobre Zaplana. No olvide aquello que decía Quevedo de «no hay lisonja sin puñalada».