Josep Sansano.
El Gobierno, en un ataque de buenismo sin medir las consecuencias, ha decidido convertir Valencia en el puerto de África. La decisión de ofrecer el puerto de Valencia para la llegada del buque Aquarius con 629 inmigrantes ilegales resonará como un efecto llamada. Es ya sabido que las ONG, como Médicos Sin Fronteras y Sos Mediterranée, de la factoría Soros, colaboran con las mafias para traer a Europa a inmigrantes ilegales africanos.

Valencia se va a convertir en el puerto preferido de la inmigración ilegal africana, lo que representará una degradación de la ciudad y un peso para el contribuyente en una nación donde las pensiones están congeladas y pierden poder adquisitivo.
Según un comunicado oficial, Pedro Sánchez ha dado instrucciones para que España “cumpla con los compromisos internacionales en materia de crisis humanitarias”. Ximo Puig se ha plegado a la iniciativa del Gobierno y ha declarado que se trata de una buena noticia para España y para Valencia, que son considerados abiertos y hospitalarios. Lo que no considera una buena noticia Italia, con más de 600.000 inmigrantes africanos en su territorio, ni Malta, lo considera así este Gobierno de okupas.
Joan Ribó, alcalde de Valencia, se ha mostrado igualmente encantado, atrapado por su ideología comunista, porque es “absolutamente inhumano que se deje un barco a la deriva en esa situación”. Por ello, ha dicho que desde la capital valenciana “vamos a mover todos los dispositivos para que si no hay otra posibilidad Valencia sea el sitio de atraque” de este buque. “No queremos otro Aylán”, ha zanjado. Para Mónica Oltra, “Valencia tiene puerto y, por lo tanto, vamos a hacer las gestiones para que sea lo que ha pretendido ser siempre y no se le permitió en su momento, una ciudad refugio”.
España, y especialmente Valencia, se va a convertir en el destino de toda la inmigración de Senegal, Malí, Somalia, Argelia y Marruecos, entre otros.