Editorial.
«Silenciados«, de Nacho González, es un reportaje bienintencionado sobre «cuando los maltratados son ellos», pero es una iniciativa fallida, porque introduce un elemento de relativismo moral que lo hace mucho más perjudicial que beneficioso. Se supone que es un documental que, entre otras cosas, denuncia la existencia de denuncias falsas sobre violencia de género, pero una de las protagonistas es Antonia Carrasco que presentó una denuncia por violencia de género, contra lo que supuestamente eran sus principios, y que fue rechazada en apelación por la Audiencia Provincial de Madrid, con demoledoras afirmaciones respecto a ocultación de pruebas y contradicciones de los testigos. Para mayor delirio la pieza fundamental de la denuncia es una cita de Confucio, un pensador moderado, pacífico y de elevada altura moral, que es una requisitoria contra la venganza -«si buscas la venganza, prepara dos tumbas, una para ti»– interpretada de manera absurda, torticera y con manifestación sorprendente de ignorancia como una amenaza de muerte.
«Silenciados«, en contradicción con su título, se dedica a silenciar un hecho tan escandaloso y a vejar a la víctima de la denuncia. De esa manera, «Silenciados» naufraga en la impostura ética y en la doble moral. La identificación de Antonia Carrasco con ese reportaje fallido es tal que en su presentación en Alcobendas, la citada tuvo una participación activa en la charla posterior a la emisión del filme. ¿Alguien de los presentes tuvo la decencia de preguntar a la susodicha sobre su denuncia y si no consideraba incoherente predicar una cosa y hacer otra?
Como declara Germán Polo, la víctima de esta historia rocambolesca, la presencia de Antonia Carrasco en «Silenciados«, «Me resulta, como poco, grotesca, como a cualquiera que haya visionado el juicio y la sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid. A mi modo de ver es incoherente con lo que ella va predicando por los medios. La mejor forma de predicar es con el ejemplo y no ha sido así. ¿Por qué no se pone de ejemplo y pide a Fiscalía que se investigue su denuncia si no hay temor alguno como exige para el resto?».
¿Alguien, empezando por Nacho González, está contra lo que el común conoce como denuncias falsas menos con una? ¿Merecen respeto todas las víctimas de la Ley contra la Violencia de Género menos una? Eso es inmoral. Y es el principal defecto de «Silenciados«, que es un reportaje que se desacredita a sí mismo. ¿Es capaz Nacho González de interpretar la cita de Confucio como una amenaza de muerte? Nos consta que Nacho González conoce la historia y, sin embargo, practica la amnesia ética selectiva.
«España despierta» es un partido naciente que tiene como principal objetivo la derogación de la LIGV. Loable propósito. Lamentablemente, es un partido que nace dormido e infectado del mismo relativismo y la misma doble moral que hemos señalado con anterioridad. «España despierta» promociona el reportaje de Nacho González y avala la presencia de Antonia Carrasco. Para eso, la verdad, mejor que nunca se hubiera puesto en marcha pues no sirve más que a la ceremonia de la confusión.
A esas componendas, algunos lo llaman unidad. Hemos de recordar que Antonia Carrasco, con el acompañamiento del abogado que insistentemente recomienda, José Luis Sariego, presentó una absurda querella contra doce personas, en un intento de cercenar su libertad de expresión, que fue considerada por el personal del tribunal como una pérdida de tiempo. Esa medida parece haber generado lo que sugiere una especie de clima de terror que está produciendo situaciones escandalosas. Recientemente, Víctor Bravo, un luchador lleno de méritos, tal y como ha podido saber Rambla Libre, fue invitado a abandonar el grupo de wahtsapp «accionyorganizacion» por el mero hecho de difundir informaciones de Rambla Libre sobre la sentencia en que se dio carpetazo a la delirante denuncia de Antonia Carrasco. Se trata de un ataque a la libertad de expresión en el que participaron sus cuatro coordinadores, entre los que se encuentra un directivo de «España despierta» y algún huelguista de hambre. Quien debiera abandonar ese grupo, y todos los grupos en los que se luche contra LIGV y las denuncias falsas, es Antonia Carrasco. Nos parece una obviedad.
Sin embargo, en lo que no podemos menos que calificar de cinismo, corre la especie de que plantear esta cuestión rompe la unidad o daña a lo que se refieren como «colectivo«. Lo que rompe la unidad y daña al colectivo es mantener tal grado de incoherencia. ¿Qué credibilidad, como comparativo, tendría un club de veganos que aceptara en su seno a la dueña de una carnicería o una formación animalista que incluyera a la propietaria de una ganadería de reses de lidia? Nada real, nada eficaz, y hay que hacer mucho, se puede llevar a cabo con tal nivel de impostura. Se está contra la Ley Integral contra la Violencia de Género pero se recurre a ella. ¿Alguien es capaz de entenderlo? Eso no es unidad, es corrupción moral.
Según declara Germán Polo, Antonia Carrasco «ha generado un cisma muy tangible en este colectivo. La denuncia representaba todo aquello que ella ha señalado como negativo antes y después de la denuncia, pero parece que en ella no es tan malo. Me apena ver como unos pocos siguen creyendo su discurso anti LICVG mirando hacia otro lado con lo ocurrido mientras se lamentan de que a ellos les haya ocurrido lo mismo. Así, con este doble rasero, se pierde toda credibilidad ante los políticos, periodistas y sociedad, echando por tierra el trabajo excelente de muchas personas. Aún así, la lucha sigue adelante con más fuerza que nunca y cada vez esta persona está siendo más excluida de este colectivo».
Avalamos desde Rambla Libre estas declaraciones de Germán Polo. Nos parecen la estricta sensatez; se mueven en la línea de la lógica. La falsa unidad en la mentira y el relativismo no tiene recorrido. Lo mejor, mientras no se produzca una rectificación, es que «Silenciados» deje de emitirse y que «España despierta» se disuelva. Y, por supuesto, que Antonia Carrasco dé un paso atrás.