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Rajoy y Montoro tienen un problema y grave

Redacción




Miguel Sempere.

La mascarada secesionista del 1-0, descrita con acierto como golpe de Estado por numerosos dirigentes del PP, se perpetró con dinero público mientras las cuentas de la Generalitat estaban intervenidas y controladas por Cristóbal Montoro. La Guardia Civil detecta en 1.915.067,22 euros el dinero desviado desde los fondos públicos a la intentona. Entre otras cosas, se pagaron de esa forma las mismas urnas. Con lo que no se pudo hacer sin la complicidad o la negligencia del Gobierno central, y específicamente de Cristóbal Montoro, cuya negación del hecho es una demostración palmaria de que empieza a ser consciente de que ha entrado en un terreno en el que puede haber responsabilidades penales.

Mariano Rajoy y Cristóbal Montoro. /Foto: noentiendonada.es.

En términos morales, Roberto Centeno ha establecido que estamos ante «alta traición«. Puede haber habido una desatención a los deberes. Y, de fondo, lo que ha habido es una inmensa frivolidad, tanto por parte de los poderes del Estado como de los secesionistas. La debilidad de Mariano Rajoy, y de su compinche Soraya Saénz de Santamaría, alentó a los golpistas al enviarles continuamente remesas del Fondo de Liquidez Autonómica con la excusa de que era para asegurar los servicios a los catalanes, cuando también era el dinero necesario para evitar la quiebra de la Generalitat y mantener el plan golpista. Un completo despropósito.

Mònica Terribas. /Foto: ecoteuve.eleconomista.es

Todo ha sido debilidad, falta de coraje y las consecuencias son el caos actual y el ridículo de la marca España, de la unidad nacional que ha sido defendida de manera vergonzante. Aún hoy TV3 sigue alentando el golpe y sus trabajadores cobran del Prespuesto, con la aquiescencia de Cristóbal Montoro. Aún hoy Mónica Terribas, que pedía que se delataran los movimientos de los cuerpos policiales, siguen con un micrófono y viviendo del contribuyente. El sueldo se lo firma Montoro. Es su empleada.

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Carles Puigdemont, en su rueda de prensa en Bruselas.

Inmensa frivolidad la llevada a cabo por Carles Puigdemont que ha llevado a sus colaboradores a prisión y a sus huestes al precipicio, mientras él deambula por Europa. Ya han sido comunicados los autos de procesamiento; la maquinaria judicial sigue en marcha. La retórica de los «presos políticos«, en la que se han enfundado los mediocres, es romántica pero irreal; se trata de delincuencia tipificada en el Código Penal con penas superiores a los 20 años. Está previsto que el juicio y la sentencia estén antes de octubre. Unos cuantos han destruido sus vidas envanecidos por los aplausos de la masa, jaleados por los medios separatistas y siguiendo a esa miserable nulidad que es Carles Puigdemont.