Yolanda Cabezuelo Arenas.
El tratamiento por parte de los medios del altercado entre Letizia y Doña Sofía ha sido prácticamente unánime; tal como ocurre con la sociedad española, y con la prensa extranjera, ha sido visto y tratado desde la consternación y el rechazo absoluto a la actitud de la reina consorte, exceptuando TVE, que ha obviado la noticia y no la ha comentado ni en informativos ni en programas de corazón.

Es más que probable que TVE haya recibido la indicación de no contribuir al desastre que todo este asunto ha venido a causar a la imagen de la monarquía española, pero no deja de ser curioso que haya seguido TVE tan a rajatabla la indicación, porque la audiencia ha buscado saciar su curiosidad en el resto de cadenas que sí han cubierto la noticia en un inusual despliegue informativo: desde que el ya famoso vídeo se hiciera viral, la imagen de Letizia enfurecida se ha convertido en tema único, desplazando incluso noticias de más interés como el Máster de Cifuentes o la puesta en libertad de Puigdemont.

Quien sí ha batido récords a cuenta de lo ocurrido en Palma ha sido Telecinco, con dos programas estrella dedicados a analizar y a opinar sobre el tema: Sálvame y el programa de Ana Rosa. Y es curioso, porque son dos programas que han simpatizado siempre con la monarquía; incluso con Letizia, de quien parecían muy partidarios. Tiempo atrás las polémicas sobre Letizia se trataban escuchando a Peñafiel con condescendencia, y en lo posible dando a entender que las opiniones negativas sobre la nueva reina eran producto de la envidia, o de alguna fijación personal, clasismo o snobismo… Algo parecido se vivió en el programa de Toñi Moreno con Jaime Peñafiel, a quien tratan como si fuera un pobre enajenado, un maníaco obsesionado con las tradiciones…
Lo de Peñafiel ha sido siempre Vox Populi, pero ver la indignación de Ana Rosa Quintana mueve a considerar los problemas que causa Letizia con la debida preocupación; porque cuando se la critica tan duramente desde programas tan cortesanos, será que aguas turbias bajan del río.
Antes de las redes sociales, una noticia tenía la repercusión que quisieran darle los medios; pero ahora este tipo de cosas resulta incontrolable. Las imágenes se difunden y las opiniones se suceden a mayor velocidad que la que pueden cubrir los medios. Media España tenía ya su opinión formada mucho antes del despliegue informativo. Hasta hemos podido imaginar los pasos que efectivamente ha dado la Casa Real para lavar en lo posible la imagen de Letizia.
Pero dentro de poco se trabajará para que de nuevo se comenten sólo los estilismos y los cambios en la cara de Letizia; y verán ustedes alabar con entusiasmo lo bien que le quedan los modelitos de Felipe Varela. Ella no da para más; Lo asumiremos, y en vez de gritos de rechazo a la salida de los actos le gritaremos ¡Guapa! movidos por la emoción de ver de cerca a la reina de España. Los técnicos de imagen saben de esa propensión que tenemos los españoles de salir a ver aunque sea a un pimiento colgado de un palito; y la usan a su favor, que en este caso es nuestra contra.
Y nosotros entraremos al trapo, porque somos así de idiotas.