Yolanda Cabezuelo Arenas.
Continúa el lavado de imagen de Letizia con una segunda visita de los reyes y Doña Sofía al Hospital Universitario La Moraleja, en esta ocasión acompañados de Leonor y Sofía. Esta vez se ha permitido la imagen de la Reina Emérita dando la mano a sus nietas, y en conjunto puede decirse que ha primado la corrección, aunque no la naturalidad. En palabras de Pilar Eyre, todo resulta “como una farsa que se ha ensayado antes en Zarzuela”.
Según Gustavo González, de Mediaset, Don Juan Carlos se ha negado en redondo a recibir a Letizia, por tanto se habría visto obligada a esperar fuera de la habitación donde convalece el monarca Emérito, que ya ha abandonado la UCI para pasar a planta. Por lo visto ni siquiera le han dicho que Letizia les había acompañado. Añade Gustavo González que Don Juan Carlos va a poner el grito en el cielo cuando sepa que le han mentido, y que han aprovechado su operación para atenuar la mala imagen de la Monarquía que pesa en los españoles desde el altercado de la misa de Palma.
Por lo visto el Rey Emérito no quiere ver a Letizia tras una segundo momento de tensión vivido el fatídico domingo 1 de abril, en la comida que siguió a la misa de Pascua. Ya en el Palacio de Marivent, Don Juan Carlos habría leído la cartilla a Don Felipe: “Si tuviste el coraje de casarte con ella, tenlo para ponerla en su sitio”, y a su nuera: “si no quieres que las niñas se hagan una foto con los abuelos, no haber tenido dos hijas con Felipe”, tras lo cual Letizia habría abandonado la comida familiar, visiblemente airada.
La metedura de pata de Letizia ha sido la sexta noticia más leída en el New York Times, que ya es mérito. Triste, pero mérito, porque no crean ustedes que por EEUU se ocupan en el terreno internacional de cosas sin trascendencia.
Lo cierto es que la Familia Real no es una familia como otra cualquiera: La infanta Elena ha hecho a su padre una visita de una hora y se ha marchado a sus quehaceres, cualesquiera que éstos sean; tampoco la visita del Rey, Doña Sofía, Letizia y las niñas se ha prolongado mucho. A pesar de que el Hospital Universitario La Moraleja dispone de todas las comodidades para un acompañante, Don Juan Carlos afronta su convalecencia más sólo que la una, a no ser que le acompañe alguna amiga entrañable que desconozcamos.
Esta actitud se entiende en Doña Sofía, que demasiado hace yendo -después de lo de Corinna, y de las continuas faltas de respeto que el Emérito ha mostrado hacia su persona, no van a estar a partir un piñón-, pero resulta más extraño en las hijas. Se ve que es una familia donde las operaciones se toman como si fuera uno a sacarse una muela… o como excusa para mostrar una armonía conveniente, pero artificiosa.
Una vez más es Doña Sofía la sacrificada, pues para formar parte del teatrillo ha tenido que anular el viaje que tenía previsto para celebrar la Pascua en Grecia. A ver si por lo menos le agradecen el detalle.