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Carta a Jacinto, héroe, y al jurado buenista de estupidez supina

Redacción




Enrique de Diego.

Quiero mostrarle, Jacinto S.M., mi reconocimiento y admiración. Usted no es un delincuente aunque un jurado de buenistas estúpidos le hayan condenado, ni aunque se oculten sus apellidos tras las siglas, usted es un héroe; un hombre con coraje y valentía que hizo lo que debía, moral y legalmente.

De los dos atracadores que entraron en su casa de Arafo, Tenerife, Christian que entonces, en 2.015, era menor ha demostrado mucho más sentido de la Justicia que ese deleznable jurado. Ha declarado que “hubiera hecho lo mismo o peor”. Y yo. Y todos y cada uno de las decenas de miles de lectores si tuviéramos las agallas que usted demostró cuando entraron en su casa y estaban torturando a su esposa: rompiéndole la mano cerrando sobre ella la puerta, en terrible tortura, mientras la pobrecilla rogaba por su vida y les ofrecía a los atracadores las tarjetas de crédito.

Usted tuvo la visión y el valor de, tras ponerle la pistola en la sien, que luego se vio que era falsa, ir a una habitación contigua haciendo que iba a por dinero y volviendo con una pistola con la disparó al jefe de la pequeña banda, matándole: salió de la casa y tras dar unos pasos cayó fulminado.

Usted actuó, con toda claridad, en legítima defensa, no sólo defendiendo la inviolabilidad de su domicilio sino defendiendo la vida de su esposa y la suya propia. Esos buenistas estúpidos del jurado metidos a leguleyos dicen que debía haber utilizado “alternativas posibles menos gravosas”. No dicen cuáles, aunque hubiera sido ilustrador. Quizás piensen que debió darles el alto, pero ellos tenían otra pistola, y estaban torturando a su mujer con extraordinaria crueldad. A lo mejor consideran que debió dispararle a la pierna, pero –insisto- tenía una pistola, que usted no sabía que era falsa. A lo mejor han considerado que usted, a los 80-81 años que tendría en el momento de los hechos, debió hacerles unas llaves de judo e inmovilizarles o unos golpes de karate como si fuera Bruce Lee.

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A usted, Jacinto S.M., que es un héroe, que es un ejemplo de capacidad de decisión y valentía en una situación límite, esa panda de canallitas del jurado le han considerado culpable de homicidio, que representa una condena mínima de dos años y seis meses. Se trata de una auténtica vergüenza de sentencia. Usted merece que en Arafo le pongan una calle, le levanten una estatua y le reciban en olor de multitudes en Moncloa y Zarzuela, pero ésta es hoy una nación de cobardes y degenerados que van de buenistas y especulan con eso de “alternativas posibles menos gravosas”. A lo mejor debía haberles dicho a aquellos atracadores que fueran buenos y dejaran, por favor, de romperle la mano a su esposa, que la estaban haciendo daño, y que, por favor, no siguieran rompiéndole los dedos de la otra, y luego las piernas, y que no la mataran.

Hasta Christian ha demostrado más sentido de la Justicia y más altura moral que esos estúpidos buenistas del jurado: “hubiera hecho lo mismo o peor”. Es decir, considera que hubiera estado justificado que le matara a él también. Tal fue la escena de terror y violencia.

Usted, Jacinto, no debe pisar una cárcel española bajo ningún concepto. No sería justo. Ofende al sentido universal de lo que es justo. Y, además, usted actuó con proporcionalidad, pues el riesgo es que fueran asesinados su esposa y usted.

¿Nos hemos vuelto tontos todos en esa nación llamada España? Porque al hecho escandaloso de la condena se une el que se produzca por la votación de un jurado, por unos ciudadanos, que podrían haberse envueltos en una situación similar. ¿Cómo habrían reaccionado? ¿Cuáles son esas “alternativas posibles menos gravosas” que hubieran utilizado?

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Es todo tan penoso, que a veces, como ésta, a fuer de dolernos España nos da asco.

Usted no, Jacinto, usted es un héroe y un hombre de bien. Usted se merece un homenaje nacional y no una condena.

Condenan a Jacinto, 83 años, que mató a un atracador que iba a matar a su esposa en su propia casa