
Yolanda Cabezuelo Arenas.
Causa pitorreo generalizado en las redes la estúpida utilización del lenguaje por parte de Irene Montero, según ella para «dar visibilidad a las mujeres«: «portavoza«, ¿qué les parece? Más ridículo aún que el célebre «miembros y miembras«, puesto que la palabra «voz» ya de por sí es femenina, y «portar«, siendo verbo, carece de género alguno.
No contenta con una metedura de pata de estas características lingüísticas, Montero se permite recomendar a la Real Academia de la Lengua que se adapte a los tiempos; cosa que ha venido a estimular el ingenio chistoso de los españoles en las redes sociales, donde han vestido de limpio a la podemita.
No es el primer caso de un absurdo planteamiento reivindicativo del lenguaje, que degenera en el pitorreo nacional. Con tonterías de este tipo pierden credibilidad como políticos, e incluso como personas inteligentes.
Cabría plantearle a Irene Montero si existe alguna posibilidad de «dar visibilidad» a Tania Sánchez, que sigue oculta por la columna del Congreso. Relegar al gallinero a una ex-amante es una actitud mucho más machista de lo que pueda ser nunca una palabra.