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No soporto esa inmensa horterada de Halloween

Redacción




Una moda estúpida y macabra. /Foto: etapainfantil.com.

Enrique de Diego.

No soporto esa inmensa horterada de Halloween. Es difícil de concebir que una mente humana haya concebido tal nivel de estupidez. Es todo tan patético y tan ridículo, desde la profanación de la calabaza, hasta esos niños vestidos de brujos y brujas, en homenaje ñoño a las fuerzas del mal, en un aquelarre de imbecilidad.

La mierda esa Halloween, que no la soporto, es la demostración última de la degradación de una sociedad sin valores y sin estética, sin identidad, que desprecia o minusvalora la tradición propia y ha asumido una foránea vacua y estulta.

No es una tradición celta, ni de los inmigrantes irlandeses, sino que, en nuestro caso, es una nauseabunda imitación copiada a través de la televisión. No soy antinorteamericano; los yankes tienen, indudablemente, cosas buenas, pero no, desde luego, este bodrio insufrible. Es la demostración de la debilidad mental de toda una sociedad incapaz de resistirse a la televisión y al cine, a las películas de terror y a los Simpsons, otro insufrible y degenerado bodrio.

Esta es una sociedad de pigmeos mentales y eso es lo que explica el éxito de la patochada. No soporto a esos niños haciendo el memo con sus disfraces horteras llevados por madres sin sesera y padres sin criterio.

En los colegios, donde se debería enseñar historia de España y venerar nuestras tradiciones, explicando su significado, se organizan ¡fiestas de Haloween! Como si estuviéramos en Boston o Minessota. ¡Qué forma de deformar las mentes de los niños por profesores sin moral!

Me aislaré dedicado a labores del campo, como un patricio romano, y sólo saldré para ir a Misa, y rezaré a las Almas Benditas del Purgatorio, de intercesión eficaz y por los almas de mis familiares que me precedieron. La tradición española está llena de hermosura y de sentimientos nobles, de homenaje a seres queridos, cuya ausencia tanto se siente.

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Me produce vergüenza ajena que mis compatriotas hayan caído en esta degradación infame, en esta orgía devastadora de estupidez. Se necesitaría una campaña nacional de oposición a esta patochada invasiva.