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Autopsias y metralla en los atentados del 11M

Redacción




Uno de los vagones con el impacto de la boma. /Foto: YouTube.com.
Uno de los vagones con el impacto de la boma. /Foto: YouTube.com.

José Donís Catalá.

Uno de los argumentos recurrentes de quienes pergeñan teorías de la conspiración es afirmar que no hubo metralla en las bombas de los trenes y que no se practicaron autopsias, especialmente a los suicidas de Leganés. La fuente es siempre la misma, una entrevista de Luis del Pino a la forense Carmen Baladía en la que dice cosas que, curiosamente, no dijo en el juicio ni en la comisión. Carmen Baladía fue cesada de su puesto como directora del Instituto Anatómico Forense por otra conspiración, la del Severo Ochoa, y solo salió con estas teorías cuando ya no se encontraba bajo juramento.

En aquella entrevista dijo 4 años después de los atentados que ya no podía comprobar las autopsias porque no quedan partes blandas… Y cuando declaró en la Comisión, mientras ella tenía los cuerpos recientes, ¿por qué no pidio repetir unas autopsias que considera -hoy, no entonces- incorrectas?

Pues para empezar, por que la doctora Baladía no practicó autopsias, eso lo hicieron otros forenses del equipo. Le recuerdo su declaración en la Comisión de Investigación el 6 de julio de 2004 con los cuerpos bajo su jurisdicción:

«Señoría, yo estaba tan mal que pedí 3 días por asuntos propios el día 2 de abril, que uní a Jueves Santo y Viernes Santo. Por lo tanto me pilló fuera de Madrid y yo no he practicado esas autopsias a esos cadáveres que tengo custodiados. La jueza Palacios, hace un par de semanas -pues ha sido reclamado uno de los cadáveres por la familia-, me ordenó que hiciera entrega de ese cadáver. Al no estar yo, y pecando a lo mejor de celo profesional, cuando fui a ver las bolsas no lo vi suficientemente claro y no he entregado todavía ese cadáver a la familia».

Los clavos y tuercas recogidos en los trenes son los que sirvieron a la pericial de los 8 peritos; 4 de parte (3 defensas y una «acusación») y 4 independientes (GC y PC): ¿eso no es metralla? Ni siquiera las defensas de los terroristas lo pensaron. En la bolsa de Vallecas la proporción de metralla era muy baja. ETA suele usar en peso un 50-50; en Vallecas había 10.120gr. de dinamita y sólo 640gr. de metralla (proporción 94-6), sutuada además encima del explosivo, no mezclada (lo que la hace unidireccional).  Suelen olvidar que además de la bolsa nº13, o de Vallecas, hubo dos bolsas más, en el 1º y 3º vagón, y que al ser explosionadas por los TEDAX llenaron los alrededores de metralla. Lo explica la página 178 de la sentencia:

Pág. 178:

«Finalmente, la bomba fue desactivada, conteniendo un mecanismo temporizado y de iniciación eléctrica proporcionado por un teléfono móvil marca Mitsubishi Trium con dos agujeros en la carcasa de los que salían dos cables de color azul y rojo que iban a un detonador de cobre que estaba introducido dentro de 10.120 gramos de dinamita plástica. Además, contenía de 640 gramos de tornillos y clavos para que actuaran como metralla, y un cargador válido para el móvil Trium.Un estudio posterior en laboratorio determinó que el artilugio no explosionó porque uno de los cables que partían del teléfono estaba desconectado. El cable estaba pelado en su extremo y torcido, como si hubiera estado empalmado a otro. Este artilugio explosivo era en su concepción, composición y estructura igual a los hallados en el primer vagón del tren de Atocha y en el vagón número 3 del tren de El Pozo que explosionaron ambos al intentar los técnicos desactivarlos».

Así pues, un 38% de los heridos tenían metralla, mientras que son menos de un 0,7% entre los fallecidos. Esta diferencia tiene una fácil explicación y es la clave sobre la que los conspiradores han montado sus teorías:

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1º La metralla se busca en heridos

En los cadáveres analizados en Ifema no tenía sentido buscar metralla, ni siquiera una causa de la muerte; lo que se exigía con toda urgencia era identificar a aquellas personas. La metralla se buscó, para extraerla, en los heridos, arrojando un porcentaje del 38%. Esta obviedad es parecida a cuando se empeñaron en buscar «causa de la muerte» para los terroristas suicidas de Leganés. Se llegó a leer a algún desquiciado pidiendo que midieran la temperatura de los hígados, tras una explosión a 3.000ºC, para demostrar que ya estaban muertos antes que los llevaran allí en el carrito del helado para pelanas congelados. De hecho, así lo declaró la propia Carmen Baladía (6/7/2004):

«…para el médico-forense el objetivo primordial, irrenunciable, es la identificación de los cadáveres.

Los médicos-forenses sabemos que si se falla en ese proceso, las consecuencias van a ser casi irreparables…

…A mí me preocupaba muchísimo la identificación. Vuelvo a repetir que para todos los forenses la identificación de los cadáveres es algo fundamental…

…la identificación, que, como he dicho al principio, es el fin primordial en una situación de estas características…»

2º Metralla en espacios cerrados

En todos los estudios se constata que las lesiones por metralla predominan en explosiones al aire libre, no en espacios cerrados como vagones de tren. Por ejemplo, Mass Casualty Terrorist Bombings: A Comparison of Outcomes by Bombing Type, de los doctores Arnold, Halpern, Tsai, and Smithline, estudia 29 ataques terroristas con bomba, 8.364 víctimas, de las que 903 fueron muertes inmediatas, y en sus conclusiones señalan lo siguiente:

«En las explosiones producidas en espacios cerrados, existe una incidencia superior de neumotórax, lesión pulmonar por explosión, ruptura de la membrana timpánica, así como quemaduras y lesiones hepáticas o del bazo. En las explosiones en lugares abiertos, la lesión predominante son las lesiones en los tejidos blandos causadas por la metralla».

En resumen, si alguien tiene curiosidad por saber de qué manera afectó la metralla de las bombas, debe buscar entre los heridos. Para ello tenemos, por ejemplo, la «Experiencia asistencial en el 11-M del Hospital Gregorio Marañón», que está disponible al público en formato pdf. A continuación un pequeño resumen del informe de los doctores J. Navia, E. García de Lucas, J. E. Guerrero, L. Fernández-Quero, del Departamento de Anestesia, Reanimación y Cuidados Intensivos del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, Madrid:

Lesiones más frecuentes

Las lesiones que presentaban los heridos, con sus porcentajes sobre el total de pacientes atendidos hasta las 14,00 horas, están representadas en las tablas II y III, todas ellas fáciles de entender por el efecto mecánico y térmico de la onda expansiva de la explosión que provocaron lesiones primarias. Las debidas a la proyección de esquirlas y metralla (acribillamiento) y las más importantes secundarias a la onda expansiva, tanto a nivel general como a nivel pulmonar con producción de hemorragias intraalveolares, hipoxemia, enfisema, neumotórax y cortocircuitos alveolocapilares.

Lesiones más relevantes atendidas el 11-M (Gregorio Marañón):

Quemaduras de primer y segundo grado 45 (20%)

Fracturas (diversas localizaciones) 44 (20%)

Heridas difusas por metralla 89 (38%)

Traumatismos craneales 29 (12%)

Lesiones por onda expansiva 97 (42%)

Rotura de tímpanos 99 (42%)

Daños de vísceras abdominales 12 (5%)

Lesiones encontradas en 243 pacientes evaluados entre los 312 atendidos en el HGUGM de Madrid el 11-M270

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Peral J, Turégano F, Sanz M et al. Crit Care Med 2005; 33:S107-12.

Lesiones Pacientes evaluados Pacientes críticos

TOTAL (n = 243) (n = 27)

Metralla (partes blandas): 89 (36%) 23 (85%)

Metralla en Cabeza-cuello 53 (21%)

Metralla en Tronco 11 (4%)

Metralla en Extremidades 25 (10%)

 

Entre los testimonios, innumerables, está el del primer médico que estuvo en la masacre islamista, que publicó EL MUNDO, el doctor Carlos Blanco:

«…cientos peregrinando por las vías con la cara llena de metralla (…)  yo seguía muy aturdido porque no oía nada por el oído derecho y algo pero muy poco por el izquierdo, me dolía la cabeza y una mano la tenía hinchada llena de metralla, al respirar me dolía el pecho (…) todavía tengo algo de metralla en el brazo y en la cabeza y dolores de cabeza por el golpe del techo. (…) Afortunadamente, muchos de los heridos sólo tenían heridas en las partes blandas, debidas a la metralla».

O de víctimas como José Luis Sánchez, de la AVT, que acudió a Ifema en busca de su mujer pues no aparecía en las listas de heridos:

«Me acerqué a ella y le quité un clavo incrustado que tenía en la cara. ¿A mí me van a decir los de la teoría de la conspiración que no había metralla en los trenes?»

O el militar Javier Gismero, en la concentración de la AVT el 10 de junio 2006:

«Mi nombre es Javier Gismero y soy una de las más de las 1500 victimas que resultaron heridas en los atentados del 11 de Marzo de 2004. El atentado, además de un 80% de sordera y de haber sembrado todo mi cuerpo con pedazos de metralla, además de truncar mi carrera profesional como militar, además de todo eso, me ha dejado otras cicatrices. Cicatrices aún hoy abiertas, y que difícilmente curarán».

Son inumerables los testimonios al respecto. También en la propia sentencia, desde la página 479 hasta la 575 hay recogidos decenas de casos con los daños causados a personas concretas por los restos de metralla.

¿Y en Leganés? El informe firmado por dos forenses y fechado el 6 de noviembre de 2004 dice:

«La exploración radiológica efectuada a los cadáveres y restos humanos procedentes de la explosión de Leganés está unida a los folios 568 y siguientes, siempre de la pieza separada. Esta exploración permite concluir que se observa la presencia de múltiples cuerpos extraños de diferente tamaño, la mayoría incluida en las partes blandas de los cuerpos examinados, que el número de cuerpos examinados es de seis a la espera de la confirmación por ADN de la existencia de un séptimo cuerpo» y que «las lesiones se corresponden con las ocasionadas por la acción de una onda explosiva de gran intensidad».

En definitiva, tal y como consta en el Auto de procesamiento, página 120: Informe pericial sobre material susceptible de ser empleado como metralla en los atentados del 11 de marzo de 2004 de la Unidad Central de desactivación de explosivos y NRBQ, 7 de diciembre de 2005 se encontraron hasta 14 elementos distintos entre «clavos y tornillos de diferentes tipos y tamaños, que formaban parte de los artefactos con la función de metralla», y que fueron «recuperados en las proximidades de los puntos donde se produjeron las explosiones». Dos páginas después explica que se hallaron «en cada uno de los focos» y que son idénticos a los encontrados en la mochila de Vallecas o mochila 13.