Enrique de Diego
Bob Dylan es cantante, no es escritor. Merece muchos premios como cantante y seguramente los tiene todos, pero no puede recibir el Premio Nobel de Literatura. Salvo que, claro, las palabras han quedado abolidas en su sentido prístino, la verdad es relativa y el escenario está dominado por la mentira y la ocurrencia. Se trata de la broma sueca postmoderna. Ya no sólo no hay jerarquías, tampoco hay la más mínima norma, de modo que el sentido común ha quedado abolido y cada uno hace de su capa un sayo. Esto de la modernidad parece inicuo, como una eterna cándida adolescencia, pero terminará como el rosario de la aurora. También le podían haber dado el Premio Nobel de Física o el de la Paz, que ha sido concedido a gente muy belicosa y muy terrorista.