Miguel Sempere
La manipulación no cesa en el objetivo de destruir las sociedades europeas. Tras los “problemas mentales” de los terroristas musulmanes de julio, la penúltima estupidez es la “radicalización”.
Por supuesto, prohibido el término “musulmán”, que el definitorio. Esta semana un “joven marroquí” incendió la Iglesia de Fontellas, Navarra, destruyendo tablas del patrimonio histórico y la imagen de la Virgen del Rosario. Detenido, el informe policial reseñaba que se “radicalizó” en un reciente viaje estival a Marruecos, que había “falta de arrepentimiento” y que lo hacía “para ganarse el cielo”.
En un delirante ejercicio de corrección política y en un homenaje absoluto a la estupidez, el juez lo puso en libertad con “prohibición de acercarse o entrar en edificios, centros o lugares que tengan uso de culto religioso católico, así como cualquier acto de este contenido”.
Tan absurda medida, que debería llevar a la expulsión del juez de la carrera judicial por idiota, no fue respetada, y el “joven marroquí” (del que en ningún momento se ha dado la filiación) destruyó una Cruz centenaria del tejado de la Iglesia de Ribaforada y decapitó a la imagen del patrono local San Bartolomé.
Por supuesto, al sacrílego intolerante no se le ha aplicado el delito de odio, que es manifiesto en este caso, pero que tiene, como se ve, una doble vara de medir y un objetivo unidireccional.
La historia confirma la sumisión a la estupidez de la Policía y de la Judicatura. El joven no perpetró tales actos en cuanto marroquí, sino obviamente en cuanto musulmán. Lo de la radicalización es una manipulación obscena, que trata de sugerir que los musulmanes son moderados, pero algunos se radicalizan como si les picara un insecto o algo así o entraran en internet o en contacto con alguien. De esa manera, lo de la radicalización se está utilizando para que las asociaciones wahabistas pidan suelo público gratis para la construcción de mezquitas con el argumento de que así pueden difundir el “auténtico islam” y evitar la “radicalización de los jóvenes”.
Cuando el joven musulmán declara que se está “ganando el cielo”, indica que está siguiendo preceptos claros de su religión que le mandan destruir todos los símbolos religiosos que no sean musulmanes, como propios de la idolatría. Es lo que están haciendo en Irak y Siria: destruir las iglesias y las imágenes. No se ha radicalizado, está actuando como musulmán.
Hasta algunos navarros han degenerado a perfectos gilipollas
La estupidez está tan extendida que entrevistados varios vecinos de Fontillas, que han ido contratando para las labores del campo, recogida de la cebolla, a toda una comunidad musulmana, se manifiestan como perfectos idiotas –en la misma línea que policías y jueces- diciendo que el joven estaba “integrado” -¿cuál es concepto de integración?- y que se le había dado “todo el trabajo que quería”, lo cual no se entiende qué relación lógica guarda con su condición de musulmán quemando iglesias. Hubo un tiempo en que este tipo de cosas en Navarra eran impensables, pero hasta algunos navarros han degenerado a perfectos gilipollas.
Aún así, los vecinos de Ribaforada salieron este viernes a la calle para condenar los ataques que han sufrido sus dos iglesias -la ‘vieja’ y la de San Bartolomé. Mil quinientas personas se reunieron en la Plaza del pueblo, donde se leyeron comunicados y también intervino el párroco.