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Efectos perversos de los medicamentos químicos y las vacunas

Redacción




Los medicamentos siempre tienen un efecto acción-reacción. /Foto: economiabolivia.net.
Los medicamentos siempre tienen un efecto acción-reacción. /Foto: economiabolivia.net.

Joaquim Nabona. Médico.

La materia tal como nosotros la conocemos y entendemos, en sus diversos estados de agregación (sólido, líquido, gaseoso,…), sólo constituye el 5% del universo.

El 95 % restante es energía pura no materializada (el clásico éter que todo lo llena y todo lo penetra, incluso el «vacio»), una parte de la cual a su vez es energía fotonizada, es decir, luz.

Ello también es aplicable a la unidad vida|espíritu del ser humano. Así todos los procesos biológicos son procesos en primera instancia de naturaleza fotodinámica. A su vez, todas las disfunciones, trastornos y enfermedades, incluyendo las lesionales orgánicas, son también de naturaleza fotodinámica.

Hay un punto enfermo dinámico (energético, inmaterial) en el espíritu humano; es el centro del vórtice entrópico que trastorna al espíritu vital, al principio vital que vivifica nuestro organismo material; dicho punto enfermo principal es la cabeza del mal.  [gr. dynamis: fuerza, poder, energía, vigor].

La dimensión energética (dinámica) de la unidad vida|espíritu del ser humano es la que determina y modula la expresión genética. No al revés.

 Los factores epigenéticos (uno de ellos es el efecto inmunobloqueante, es decir, lesivo para la homeorresis inmune, de las inmunizaciones isopáticas (vacunaciones) en general, y de algunas de ellas en particular en los finos órganos del espíritu, el sistema nervioso central) en las constituciones genéticamente predispuestas, contribuyen decidamente a desbocar la fuerza entrópica de este vórtice, y son los que hacen que los genes se expresen anómalamente, en un sentido u otro.

(Les animo que a través de Twiter sigan algunas de la muchísimas  plataformas comunicativas, individuales y colectivas existentes, especialmente. en EEUU, creadas por padres afectados por los efectos deletéreos de las vacunas en sus hijos).

El error de combatir la enfermedad por la regla terapéutica contraria

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El gran DOGMA existente (incuestionable, indiscutible, tabú)  desde hace 19 siglos!!! en la medicina de Occidente es la regla terapéutica contraria contrariis curantur, la vía enantiopática, paliativa, en el tratamiento de las enfermedades, disfunciones y trastornos que tienen tendencia a cronificarse o que ya son crónicos. Siempre y sin excepción acarrea efectos contraproducentes y funestos a medio y largo plazo para los pobres pacientes así tratados. Este proceder enantiopático (inflamación: antiinflamatorio; dolor: analgésico; hipertensión: antihipertensivo; ansiedad: ansiolítico; depresión: antidepresivo; ideación insana: antipsicótico; etc…) sólo tiene un efecto paliativo inmediato pero transitorio. Ésta ha sido y es la manera clásica como el médico «se ha ganado y se gana» al paciente, ya que éste le pide resultados inmediatos, satisfacción inmediata.  Bajo un barniz de aparente mejora transitoria, el mal interno se enraiza, se cronifica aún más y se transforma en otra expresividad fisiopatológica-sintomática peor y más incurable.

La via enatiopática, por los contrarios sólo tiene real justificación en los casos agudos, y a título paliativo transitorio (para dar tiempo a que la homeorresis inmune retorne las cosas al estado de equilibrio latente previo), pero no curativo, cuando no se sabe o no se puede recurrir a la vía sanativa de la similitud.

Todo fármaco efectúa un proceso de acción-reacción

Todo fármaco, todo principio activo medicinal, dinámico (energético) o material, efectúa una acción primaria y una acción secundaria. Es el principio de la acción y la reacción. Si la acción primaria  propia de un fármaco es antagónica, opuesta  a un determinado síntoma o signo  (inflamación, dolor, tensión, depresión, excitación,…), de entrada lo atenuará, lo aliviará efectivamente; pero a dicha paliación inmediata, le seguirá (reacción, acción secundaria) una reaparición y recrudescencia del síntoma o signo.   

La hegemonía de este gran DOGMA, totalmente contrario al espíritu del Arte y  Ciencia verdadera de curar, se debe a su enorme rentabilidad económica. Es el gran negocio del Capitalismo biomédico que explota económicamente la incurabilidad de la condición enfermiza humana. Es el gran negocio de la medicina homicida.

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Desdichadamente esta yatrogenia (enfermedad medicinal) causada por la vía enantiopática (contraria contrariis), pero también  por la via isopática (aequalia aequalibus) -vacunaciones -, se sobrepone a la enfermedad natural dinámica que sufre ya todo ser humano (a partir del punto enfermo del espíritu), intensificándola hasta tal punto, que la hace, muchísimas veces, incurable, incluso desde el punto de vista homeopático.

El único logro de la vaccinologia, la erradicación de la viruela, es precisamente la excepción que confirma la regla, ya que la erradicación de la viruela se consiguió no por la vía isopática (aequalia aequlibus), si no en realidad homeopáticamente por la via similia similibus. Edward Jenner observó que las ordeñadoras de las vacas afectas, en sus ubres, de la vacuna (viruela vacuna) no contraían la viruela humana. Así empezó a inocular un extracto de la vacuna (virus de la viruela vacuna, de las vacas) para prevenir la viruela humana (enfermedad contagiosa por el virus de la viruela humana, otro virus distinto, que causa en el ser humano una enfermedad infecciosa distinta aunque con síntomas y signos similares a aquélla).

Los trastornos y disfunciones de la homeorresis immune humana (las desafinaciones dinámicas que padece el principio vital (cuya única misión es hacer posible nuestro ciclo vital y mantener todas las funciones  y sensaciones viteales en admirable armonía; pero no  tiene capacidad para curar) sólo es posible tratarlos sanativamente por la vía de la similitud, analógicamente, es decir homeopáticamente.