Miguel Sempere
No hubo sorpasso, que ha sido el leiv motiv de toda la campaña electoral, y Podemos repite la suma matemática de los diputados obtenidos el 20 D de Podemos más Izquierda Unida: 5.046.470 votos, 21,11%, 71 escaños.
Aunque, ciertamente, puede ser considerado histórico lo realizado por un grupo de profesores de Políticas consolidando un “espacio político”, crítico con los privilegios de la casta, Podemos ha sido frenado por el voto del miedo continuamente aventado durante toda la campaña electoral. Es probable que su alianza con Izquierda Unida, forzada por la necesidad de sumar, les haya quitado transversalidad a los de Podemos y tampoco haya levantado tanta ilusión como pareció en su principio en los militantes de Izquierda Unida.
Los dirigentes de Podemos se mostraron responsables y humildes en la valoración de los resultados lejos de los usos triunfalistas habituales. Ciertamente no se han cumplido las “expectativas”, que llegaron incluso a las encuestas a pie de urnas, pero que han quedado en espejismo.
Es muy posible que esas mismas expectativas, con las referencias al radicalismo, al chavismo, a la falta de experiencia, hayan servido para alimentar el ascenso del PP, que se ha presentado como el adalid de la moderación.
Sin embargo, es obvio que esos 71 diputados no dejan a Podemos fuera de juego, sino que conforman un importante grupo parlamentario, que puede entrar en una coalición de gobierno, eso sí, liderada por el PSOE y con Pedro Sánchez como candidato a la presidencia de Gobierno. Pablo Iglesias ha apuntado a ello con claridad indicando que van “a privilegiar el diálogo con las fuerzas progresistas” e Iñigo Errejón incidió en la “mano tendida al PSOE”.