La zozobra de Europa es inevitable. Solo queda conocer cuándo será. Un hundimiento que va más allá de lo económico, y que trasciende a lo social. A pesar de la inflación disparada, los aeropuertos españoles registran un aumento de vuelos al extranjero. No tanto así de llegada de turistas, que parece haber tocado techo. Muchos de estos españolitos que viajan tienen que financiar su escapada. Todo sea por hacerse unas fotos que publicar en Internet para demostrar que no son menos que nadie. En apenas cinco días de vacaciones, el descanso es dormir en las colas de aeropuerto, para arrastrarse por cualquier país de la antigua esfera soviética, del cual desconocen su historia, para tomar dos cervezas.
El turismo nacional ha muerto. Los precios de España solo son competitivos para los turistas. Los españoles desconocen su país. Se pierden el Acueducto de Segovia, El Alcázar de Toledo o la Costa Cantábrica. Un sin sentido agravado por las fechas. La Semana Santa tiene una carga especial, inseparable de las raíces de este país. Puestos a viajar, que mejor que presenciar las imponentes procesiones castellanas. Quien desconoce sus costumbres entrega su vida. Disfruten de sus vuelos low cost, paguen los intereses, y prepárense para el colapso en un país irreconocible. Vosotros también sois culpables con estas decisiones del ya inevitable devenir.