Enrique de Diego.
El 9 de octubre de 2024 me visitaron los «monos de Marlaska», los llsmo así por la maldita costumbre de encarmarse a la puerta de la finca. Eran de seis coches patrulla, uno de ellos de camuflaje y los policías de paisano. Si no lo saben, el 9 de octubre es la fiesta de la Comunidad Valenciana. Era un despliegue inusual, extraordinario, propio de la detención de un terrorista o de un peligroso delincuente. Empezaron a gritarme y allanaraon la finca sin orden de registro judicial.
No es la primera vez que allanan la finca. La otra fue el 19 de noviembre de 2021. Fue cuando aparecí en La Cuatro. temdiéndole una embocada, en el programa de Risto Mejide denunciando el genocidio de las timo vacunas y la farsa del coronavirus que condujoi¡ al asesinato de 140.000 ancianos. Era la primera vez y la última que esas verdades del barquero se oyeron en una televisión generalista. Aquello debió sentar muy mal al sistema, a los mandos de Comisaría, porque se produjo la visita extemporánea de la Policía Nacional, pero no paso nada, porque yo había salido de casa antes, aunque la indeseada visita se produjo muy temprano.
Estamos en el 9 de octubre de 2024. Ese día, como ya he dicho, se celebra la fiesta de la Comunidad Valenciana porque se conmemora la entrada del gran rey Jaume I el conqueriror en Valencia, liberando la ciudad del yugo islamista. Una fecha, ciertamente, memorable.
Cuando me detuvieron, me hicieron poner las manos en alto, donde las pudieran ver, como me dijeron, cuando me alcanzaron me gritaron «de rodillas», me tiraron al suelo y me empezaron a dar de puñadas en la cara y en el cuerpo, lanzándoma al tiempo improperios, me engrilletaron a la espalda, de forma que me hacía un daño terrible, me doblaron y pusieron mi pecho de lado y entonces llegó un bestia que me propinó una patada con todas sus fuerzas que, por milagro, no me roimpió una costilla que se hubiera clavado cerca del corazón o en el pulmón. Aún tengo un punto de dolor que se va mitigando. Exhale un grito de dolor, el único que salió de mis labios por la fuerza del impacto, pues había decidido respetarme a mi mismo y que no me iban a doblegar. Siguieron golpeándome y exigiéndome que estuviera sentado, postura que con los grilletes a la espalda me era muy difícil mantener. La saña que tuvieron todo el tiempo parecía inducida, como si tuvieran órdenes de arriba.
Luego me llevaron en un coche policial al Centro de Salud de Altabix. El policía que conducín me dijo que me recordaba del programa de televisión. Indicó que me llevaban al médico por protocolo. Me recetó unos antibióticos que rechace como todo lo que viniera de un satanario. Le dio a la tecla del ordenador y leyó la retahila de medicamentos que me prescrbieron cuando años antes tuve el ictus que me dejado como secuela una menor fluidez de palabra; medicamentos que no he tomado ninguno. Ahí me cambiaron los grilletes, poniendomelos por delante. Ya se habían relajado y en el camino a Comisaría al calabozo fueron haciéndome preguntas y ya en Comisaría formaron una tertulia seis policías. Se asombraron de que no estuviera timo vacunado y, como tienen la mosca detrás de la oreja, me preguntaron que contenían las malditas timo vacunas y les hablé de la proteína Spoike, tóxica. Me preguntaron sobre otras cuestiones de política y desprecie las preguntas porque son títeres, marionetas de las satanoélites, y les describí suscintamente quienes la componen.
De tanto en tanto, me mantenía en silencio, pero les dije que ellos ya no tenían salvación, que no servían ni protegían al pueblo, sino que estaban al servicio de una casta parasitaria. Me preguntaron qué iba a pasar en el futuro y les dije el anuncio que haré público el día 16 de noviembre a las 12 horas en mi canal de youtube. Se les pusieron los pelos como escarpias. Pude comprobar la doble actitud como policías y como padres de familia. ¿Qué hacemos? Venid a buscarme con vuestra familias.
Les dije quie la celda del calabozo, y la prisión en su caso, no era ningún drama poara mi, porque en la celda estoy sereno rezando. ¿Eres católico?, me preguntó uno de los que me había llevado a su médico. Y le respondí con orgullo: Sí, soy católico.
Al día siguiente me pusieron a disposición judicial y me notidficaron un embrollo procesal en un Juzgado que ya ha sido delcarado prescrito en otro. Un caos absurdo. La abogado que me asistió recuerdo que me dijo: Le está esperando su hijo. Y dije: Buen hijo. Estoy muy orgulloso de él. Salí libre y nos abrzamos.