Javier de la Calle.
La prensa convencional se encargó de alimentar durante meses un posible romance entre Taylor Swift y Fernando Alonso. Un bulo, que diría la censora de Ana Pastor. Los fans de Swift y Alonso son dos de los grupos más activos en redes, y la prensa hizo caja a su costa.
Lo cierto es que el piloto asturiano es fan de Taylor Swift, y escucha sus canciones antes de enfundarse el casco. Los resultados de Fernando Alonso desde que Swift lanzó su último disco son especialmente pobres, y sus seguidores buscan explicación.
Rambla Libre ha expuesto en una detallada investigación que la música de Swift tiene efectos sobre el oyente. Los arreglos en las grabaciones de estudio de Swift alteran la actividad cerebral, un apartado especialmente decisivo en la conducción, como ratifican varios neurocientíficos estadounidenses. No puede afirmarse que todas las décimas perdidas por el español sean culpa de canciones como Fortnight, aunque como ha apuntado el productor Alejandro Cabello a Rambla Libre, estos efectos sonoros se han aumentado en el último álbum de Swift, por lo que el cerebro tiene un mayor estímulo negativo.
The Tortured Poets Deparments salió a la luz el 19 de abril, dos días antes de que Alonso corriese en China. Desde entonces, «el Nano» vaga por las últimas posiciones de la parrilla en las tres carreras disputadas en Miami, Imola y Mónaco.
Fernando Alonso escucha las canciones en cascos inalámbricos, que aumentan estos efectos negativos. Por otro lado, una persona con el nivel de inglés de Alonso, entiende las letras de Swift, que evocan sentimientos negativos, que en la pista se traducen en menor agresividad. Una conducta que coincide con su pilotaje en las últimas carreras.
En sus años dorados en Renault, Alonso escuchaba El Canto de Loco, y posteriormente Red Hot Chili Peppers en Ferrari. Una persona tan preocupada por el rendimiento físico como Fernando Alonso no puede escuchar a Taylor Swift si quiere rendir al máximo al volante.