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José Antonio Bielsa Arbiol nos presenta el nuevo libro Geoingeniería 2: Un infame pacto de silencio

José Antonio Bielsa Arbiol




El propósito central del libro colectivo que hoy les presentamos, Geoingeniería 2: Un infame pacto de silencio publicado recientemente por la editorial Ultima Libris, no ha sido otro que el de reactivar el debate metapolítico en torno a este fenómeno, si acaso en mayor grado que en su primera parte, aparecida en 2021.

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La complejidad del fenómeno de la geoingeniería, decimos, excede con mucho un posible cuadro de anomalías en torno a la vulneración de la soberanía aérea de las naciones, y ya no mencionemos los experimentos ambientalistas nunca anunciados en torno a la salud de la ciudadanía (expuesta a “esta otra realidad” vetada, de la que nunca se habla con la transparencia que sería deseable).

No, no basta con señalar al cielo “enfermo”: al mismo tiempo que nuestras modernas ciudades se abisman en el estremecedor campo de pruebas de los tecnócratas sinárquicos, el entumecimiento irreversible de las mentes (la “mente colectiva”, embrutecida y/o empobrecida por deleznables pantallas digitales) se acelera mediante una precoz senilidad cognitiva incapacitante, y lo que antaño se podía denunciar con “normalidad democrática”, termina por sucumbir a los dictados de la criminal corrección política, de modo que el legítimo ejercicio de cualquier denuncia se torna un imposible autoimpuesto bajo la presión de “sentimientos encontrados”, o bien por la tiranía de la sumisión al “pensamiento correcto”, etc. El psicótico credo progresista, que dice detectar tendencias “fascistizantes” y “ultras” por doquier, es por otra parte uno de los principales causantes de tales estragos.

A fin de cuentas, todos los hechos relativos a la geoingeniería fluctúan entre el secretismo descarado y el eufemismo represor, cuando no caen en manos de la desinformación y el posibilismo: a tenor del doloroso caso español, podemos denunciar con las cartas boca arriba el clarísimo programa por desertizar lenta y gradualmente nuestra Patria (junto a la geoingeniería, con la destrucción de infraestructuras fluviales mediante), desplazando los campos de producción hortícola a otras regiones geográficas de la “Aldea Global”, por ejemplo, el norte de África. El arsenal de material visual y gráfico disponible ratifica la existencia de un buen soporte empírico con el cual desmantelar la burda narrativa oficial, empeñada en ver inocuo “vapor de agua” (sic) donde la inicua vanguardia química avanza imparable.

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Pero no solo cabe hablar de un galimatías geopolítico y climático en marcha: hay en juego un poderosísimo negocio de cuyo lucro depende la ruina o el porvenir de los Estados Nación en el punto de mira; España es uno de ellos, y de los más castigados al tiempo que prominentes. Los próximos años van a traernos escenarios de precariedad inéditos, sin duda impulsados por gobiernos traidores vendidos al contubernio internacional.

Así, mientras nuestras cosechas se pudren por sospechosas enfermedades de diseño o son arrasadas por granizadas no menos sospechosas, mientras nuestros pantanos son desecados y nuestras presas demolidas, los despreciables siervos de la Alta Finanza celebran triunfantes cada “jugada” al tiempo que encubren turbios negocios de explotación sin parangón, en los que los primeros afectados somos los sufridos españoles de a pie, carne de cañón: encarecimiento de precios, pérdida de soberanía alimentaria y, por ende, sumisión a las agendas económico-sostenibles vinculadas a la ONU, sin desdeñar la ingesta de productos traídos de regiones subdesarrolladas y tratados (o no tratados) con fitosanitarios sin garantías reales… Un escenario totalitario que “comulga”, punto por punto, con el posibilismo liberticida de la Agenda 2030. Una Agenda que, contra todo pronóstico, tiene sus más encallecidos defensores entre los sectores progresistas de la población, del arco que va del funcionario obediente (último peón al servicio del Gobierno de turno) al carcomido lobista a sueldo, pasando por los terroristas desinformativos y demás engendros del “Cuarto Poder”.

Cerraremos pues esta breve reseña remitiendo a las sabias palabras del maestro Horacio Ricciardelli, uno de los reputados expertos (meteorólogo argentino) que participan en esta obra colectiva: “La difusión de la geoingeniería acostumbra estar dada por medios e investigadores de dudosas procedencias, con intereses multinacionales afines al negocio del cambio climático”.

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