Luis Bru.
«Estos son los feriantes«, me comenta el clarividente abogado José Luis Mazón Costa, a la vista del bajo nivel de los asistentes al Club de Bilderberg que tiene lugar en Lisboa. Asiste incluso Sanna Marín, recientemente derrtada en las elecciones de Finlandia, tras haber convertido la sede de la presidencia en una especie de puticulb de baja estofa donde presuntamente se consumía cocaína. También asiste gentuza genocida como el CEO de Pfizer, Albert Bourla. Lo peor de cada casa.
Es el tercer y cuarto nivel del globalismo, los lacayos adiestrados. Nada más que ver la representaión española: el ministro de Exterires y otras cosas, del gabinete de Perico Sánchez, un tal José Manuel Albares. políticos en proceso de jubilación que son la voz de su amo, uno del PSOE y otro del PP, Josep Borrell y Esteban González Pons, que ya no pintan nada. Un empresario subvencionado, José Manuel Entrecanales.
La inevitable Ana Patricia Botín, una mal banquera que ha hecho descender un tercio el valor de las acciones, una mujer de virtud fragil a ver si la mete mano alguien muy desesperado. Y un par de amigos: José Creuheras, presidente de Planeta, un grupo de capa caída desde que se dedica a plagiar los libros del premio del mismo nefast nombre, y ¡Pedro J Ramírez, director de El Español! Sí, el mismo caquético ex periodista, casado con la polémica abogada Cruz Sánchez de Lara, y cuyo nivel de influencia es más bajo que el de los grajos cuando hace un frío del carajo, y que tiene comprar audiencias para que le lea alguien; bien podía haber enviado al director de Cocinillas. Falta en esta edición el que era la esperanza blanca del Club, lo que demuestra la falta de olfato político de Ana Patricia Botín, Albert Rivera, «el muchacho de Ciudadanos que lo único que hizo fue posar en pelotas para una foto«, según la espléndida descripción de Agatha Ruiz de la Prada.
El gafe de Pedro J Ramírez va a hundir sin remedio al tenebroso Club de Bilderberg. O va a encontrar un lustroso trabajo como limpiabotas calvo.