Luis Bru.
El Acueducto de Segovia, esa grandiosa y maravillosa obra de la ingeniería romana, está en peligro de ser derruida, destrozada, dos milenios de belleza, puede venirse abajo por los principios estúpidos de los ecologistas, ecologetas, ecofascistas, y de la malvada bruja globalista de la ministra de Transición Ecológica y del Reto Democgráfico, Tereza Ribera, un personaje vomitivo.
El Acueducto hace muchos kilómetros antes de que exhiba su airosa silueta de la arcada de la Plaza del Azoguejo, en el Pinar de Valsaín, en el arroyo de la Acebeda, donde capta el agua del arroyo de la Acebeda, donde se la canaliza, donde existe un azud y una canalización artificial. Si hemos de dejar fluir los ríos, como dicen los ecofascistas al servicio de sus amos glibalistas, el Acuedicto está de más, debe ser demolida. Según esa pesadilla que es la utopía prehistórica en cuya ara desquiciada se han derruido desde 2021 259 embalses, por obra de Teresa Ribera y de Perico Sánchez, el Acueducto nunca debió existir y debe ser derruído, porque es una obra humana que no deja fluir las fuentes.
Utopía prehistórica porque nos quieren matar de sed, provocan la sequía con fumigaciones de aluminio, estroncio, bario, litio y grafeno, con el fin de conseguir desertizar España para instalar parques eólicos e instalaciones ftavóltaicas. A ese nivel de manipulación, mentira y salvajismo ha llegado el Gobierno títere los globalistas.
Acabemos con ellos. Salvemos el Acueducto de estos terribles destructores. Recuperemos, al tiempo, ls embalses destruídos y hagamos muchos más. España nunca será un desierto.