Enrique de Diego.
El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Y la mujer…Está lleva tropezando multitud de veces: «yo voto porque todos los rojos van a votar». Pensé, en mi ingenuidad, que era un ser racional, que había aprendido la lección, tantas veces traicionada cuantas ha ido a votar, pero se deja llevar por emociones primarias, de pertenencia a un grupo, a unos colores: azules contra rojos.
Hablo con una persona a la que respeto mucho, que está en contacto con la naturaleza, y le hablo del bombardeo infame y criminal de los chemtrails, las estelas químicas, aviones de las Fuerzas Aéreas que nos sueltan elementos tóxicos, nocivos para la salud y para la fauna y la flora, como yoduro de plata, cadmio, dióxido de azufre…Me responde con su impotencia: «no puedo hacer nada; eso es como la muerte». ¡Cuánta razón tiene el maestro César Vidal: les vemos como gigantes porque estamos acostumbrados a mirarlos de rodillas, y ya es hora de que nos pongamos de pie y les miramos cara a cara! La resistencia individual tiene un valor incalculable. Un hombre que no se doblega vence al globalismo. Éste es muy endeble, muy frágil, un hombre que pelea por su autonomía y su libertad lo echa abajo.
Hablo con un miembro de las Fuerzas de Seguridad, que tiene a su hijo de 22 años con una enfermedad autoinmune rara, le han extirpado el timo, por él me entero que el timo es una glándula que está cerca del corazón y que produce los linfocitos T, menos mal, me dice, que a los 19 años ya no funciona. De todas formas, es una enfermedad femenina, que le ha tocado a su hijo varón, y una de las lesiones más raras. Es claramente de las malditas timo vacunas, me resalta. Los médicos lo dicen con sordina. El joven tiene ya la vida destrozada, necesitara medicación, y tendrá que medir su esfuerzo. Su padre tiene armas pero no veo en él indignación, ni rabia.
El voto se parece a la timo vacuna, es el suicidio colectivo, de un pueblo jugando a la ficción que está presentado, cuando no tiene ni idea de a quién vota, de a quiénes vota. En una mierdocracia como la española, en la que la selección es a la inversa, en que cada se elige a los más mierdas, hasta el punto de que han atacado a los ciudadanos, de que han llegado al crimen y al genocidio, ya no hay nada que discutir, ni que debatir: votar es complicidad con el genocidio, votar es un acto criminal en sí y un acto gravemente inmoral, un acto propiamente diabólico. El legitimar el crimen en curso, el bombardeo con estelas químicas, la crisis económica programada, la inflación inducida. Es un acto abyecto que debe indignar a la conciencia y sublevar el ánimo en una justa ira.
Es el mal menor que descompone el alma y degenera gravemente a la sociedad quitándole sus resortes morales.