El historiador murciano Sergio Fernández Riquelme ha publicado en la editorial Letras Inquietas un interesantísimo ensayo titula La Revolución Conservadora en Hungría en el que analiza cómo, ese a todo en contra, desde la campaña de los medios de la Unión Europea hasta toda la oposición unida por primera vez, Viktor Orbán volvía a ganar, en 2022, la cuarta elección parlamentaria consecutiva en Hungría.
Se consolidaba así una auténtica rvolución conservadora (en clave soberanista e identitaria) más allá de iniciales tendencias liberal–conservadoras de tintes «contrarrevolucionarios». La defensa de la identidad patria, de la soberanía nacional, de los valores tradiciones y de una geopolítica multipolar, suponían un envite en toda regla a las elites globalistas dominantes fuera y dentro del país.
Rubén Martínez: A pesar de tener enfrente al establishment europeo, a los medios de comunicación e, incluso, a la oposición unida contra él, ¿cómo ha conseguido Viktor Orbán, por cuarta vez consecutiva, las elecciones en Hungría?
Sergio Fernández Riquelme: Con un proyecto muy claro y un discurso muy contundente. Y al servicio del país, más allá de viejas banderas o prejuicios ideológicos. Orbán y su equipo ha dejado atrás cualquier complejo o atadura, negociando con quién sea beneficioso, utilizando perfectamente los recursos institucionales, y usando todos los medios digitales para llegar a la población, conocer sus demandas y defender su identidad nacional.
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— Letras Inquietas (@let_inquietas) April 24, 2022
¿Cuándo comienza a fraguarse la revolución conservadora húngara? ¿Es acertado considerar que la revolución de Budapest de 1956 es un mito fundacional?
Es el mito fundacional del actual proyecto conservador de Hungría. Pero es, básicamente, la segunda fase, en este caso contra la ocupación soviética y busca de la independencia nacional, de una misión más amplia, que comienza en 1848 cuando surge el moderno nacionalismo magiar frente a la dominación austriaca. Y actualmente tenemos una tercera fase que, recogiendo el legado de ambas etapas revolucionarias, busca definir y defender al pueblo húngaro y a Europa (como ejemplo de soberanía patria) en plena era de la globalización entre la tradición y la modernidad.
¿Cómo logra el pensamiento nacional y conservador húngaro sobrevivir a la dictadura comunista controlada desde Moscú?
Desde la lucha sin cuartel, pública o privada, contra el comunismo, recuperando lo mejor del pasado, uniendo a diferentes fuerzas del presente, y abriéndose a las opciones de futuro. En este último caso, soñando con pertenecer a la comunidad internacional euroatlántica durante la segunda mitad del siglo XX; aunque esta, tras la caída del Muro de Berlín, quiso borrar esa identidad nacional que permitió la resistencia finalmente victoriosa, y explica ahora la mutación del personamiento patriótico y conservador húngaro hacia las posiciones soberanistas e identitarias del siglo XXI.
Hungría se considera a sí misma como una nación cristiana. ¿Cómo ha forjado esa unidad religiosa, a pesar de ser un país dividido en diferentes confesiones cristianas (católicos, calvinistas, luteranos…)? ¿Cuál es el papel de la religión a nivel político, social y cultural?
Es un ascendente esencial. Orban no habla de «estados confesionales» que impongan que ser o en que creer, sino de «democracias cristianas» que integren (en la legislación y las instituciones) esa misión civilizatoria común que comparten creyentes, practicantes o ciudadanos ateos orgullosos de su pasado y respetuosos de los principios fundamentales de la ley natural. Y en Hungría se respetan todas las creencias y posiciones, como es lógico, pero se impulsa esa cosmovisión básica, fundada en los principios judeocristianos y en las «primeras verdadess europeas, sin la cual no se puede entender en pasado y el presente de la civilización de Occidente.
Viktor Orbán está considerado como el «hombre fuerte» del llamado Grupo de Visegrado. ¿De qué forma lidera Hungría esta Europa «alternativa» a la cosmovisión globalista de Bruselas?
Es un grupo interesante, formado por Hungría, Polonia, Chequía y Eslovaquia que ha pretendido, a nivel regional, aportar una visión diferente de Bruselas en diferentes campos, especialmente en temas de valores, migraciones o relaciones con Oriente. Pero actualmente se encuentra dividido por el conflicto en Ucrania, entre la «realpolitik» con Moscú y la solidaridad con Kiev.
La mayoría de los mass media españoles presentan a Orbán como un líder autoritario, de extrema derecha e, incluso, dictatorial. ¿Cuál es la verdadera cara de Orbán?
Es un líder democrático apoyado por la mayoría de la ciudadanía, que ha ganado numerosas elecciones cumpliendo los más estrictos estándares competitivos y con un mensaje meridianamente claro. El problema es que se le acusa o caricaturiza, como es lógico, por vencer a los prohombres globalistas o de Bruselas en las urnas, y por impulsar un proyecto propio que no se rinde ante las presiones de la plutocracia internacional o de la eurocracia continental.
El partido de Viktor Orbán, FIDESZ, mantiene unas excelentes relaciones con Vox. ¿Cuáles son los parecidos y las diferencias entre ambas formaciones?
Les une los temas comunes del movimiento soberanista e identitario global: la primacía de la identidad nacional, el control de las fronteras, ciertos valores tradicionales o los límites al poder de la Unión Europea. Pero les separa, fundamentalmente, ciertos elementos geoeconómicos y geopolíticos como, especialmente, la apertura de Orban hacia países orientales (como Rusia) con formas políticas y modelos económicos distintos al referente euroatlántico que sigue Vox.
Por último, ¿qué puede aprender el nacional-conservadurismo español de sus homólogos húngaros?
A tener un proyecto claro y directo, buscando conseguir el poder y transformar el país desde él, combinando tradición y modernidad. Sin dudas y sin complejos, puede ser referente para luchar contra el globalismo, poniendo los intereses e identidades patrias por encima de complejos y pactos, y buscando lo mejor para el país desde dentro y desde fuera.
Sergio Fernández Riquelme: La Revolución Conservadora en Hungría. Letras Inquietas (Abril de 2022)