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El Cuerpo Místico de Cristo: O somos mejores o no venceremos en esta lucha por el espíritu

Redacción




Enrique de Diego.

Cuando me decidí a escribir «BERGOGLIO, EL COJÓN DEL ANTICRISTO» fue cuando Bergoglio, que no es Papa, calificó el veneno de muerte de «acto de amor». Hasta aquí hemos llegado, me dije. Me refugie buscando anclaje en las Apariciones de la Virgen y descubrí un mundo maravilloso, de grandes gracias, y lamenté no haberlo conocido antes en profundidad. Era fundamental que la gente lo conociera. Por de pronto, había una línea de perfecta continuidad, como no podía ser menos, entre Amsterdam, en donde se aparece bajo la advocación de Señora de los Pueblos, San Sebastián de Garabandal, Akita, Japón, Kibeho, Ruanda y Medjugorje, Herzegovina.

Luego, ¿cómo se puede vivir seguro sin conocer lo que nos ha dicho la Virgen? Se mal vive, se vegeta, se va como una hoja que lleva el viento. Ahora, cuando veo el libro, percibo que Bergoglio es una anécdota dentro del juego de la salvación, de la lucha entre el bien y el mal. En las Apariciones, entre el 25 de marzo de 1945 y 1959, a Ida Peerdeman, nuestra Madre, Señora de todos los Pueblos, parece querer a jugar con la vidente, que es mensajera para todos nosotros, descorriéndole el velo del futuro, enseñándole, por ejemplo, la llegada del hombre a la Luna. Pero, sobre todo, le enseña de lo que es capaz el hombre contra sus semejantes mostrándole la guerra bacteriológica, el coronavirus.

Acaba de tener lugar la segunda gran guerra, y la Virgen, porque puede, ya que es Madre de Dios y le gusta presumir de Hijo, y porque quiere, porque nos quiere, ya que es Madre Nuestra, y quiere nuestra salvación ya le avisa la guerra que afrontamos será tremenda: «esta es una batalla espiritual que se pelea en todo el mundo. Es mucho peor que cualquier guerra en el presente, ya que socava la Humanidad». Para ganar esta batalla tenemos que ser cada día mejores. «Ya no están en juego razas y naciones, sino lo que se disputa es el espíritu». Se pelea por las almas. Se pelea en cada alma, tiene un altísimo componente interior, y entraña mucha responsabilidad, porque «el enemigo de Nuestro Señor Jesucristo ha trabajado lenta pero eficazmente. Sus soldados están en guardia. Su trabajo está casi terminado. Naciones, cuídense; el espíritu de falsedad, de mentira y engaño está arrastrando a muchos. La Iglesia será aún más socavada. Una gran responsabilidad pesa sobre la gente de estos tiempos. Educadores y padres de familia, cuiden de los jóvenes».

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La apostasía ha ido de la mano de la mentira y el engaño, y de estos últimos tenemos ahora mismo en dosis superlativas y estomagantes. Hemos perdido la noción del pecado, el mal que entraña, ni tan siquiera hay verdad y mentira y la vía de comunicación de los políticos es la mentira. El Gobierno no nos protege. El centinela ha abierto las puertas y ha traicionado. Lo más importante es recuperar a la carrera una conciencia moral y rezar. No basta el activismo, hay que hacer examen de conciencia y ser mejores, mucho mejores.

Imagen de las videntes de Garabandal en plena visión.

En San Sebastián de Garabandal, las Apariciones más desconocidas, pero llenas de luz, la Virgen nos pide que hagamos «muchos sacrificios, mucha penitencia, visitar al Santísimo, pero antes tenemos que ser muy buenos». En ese «tenemos que ser muy buenos» se esconde todo. No es suficiente haberse negado a las inyecciones del nom, es decisivo mejorar nuestra vida espiritual, con una buena Confesión, con penitencia, visitar al Santísimo, rezar el Santo Rosario.

La Iglesia es la Comunión de los Santos. Una larga tradición de 2022 años con Cristo. La Iglesia es jerárquica debe obedecer a un código revelado por Cristo. No soy de Pablo, ni de Apolo, soy de Cristo. La jerarquía entraña más responsabilidad para ser fieles, nada más. Y la Virgen dijo en Garabandal: «Los sacerdotes, obispos y cardenales van muchos por el camino y con ellos llevan muchas almas detrás. A la Eucaristía se le da cada vez menos importancia». Y el arzobispo Carlo María Viganò dice de la situación actual: «tenemos a Bergoglio y a los obispos modernistas que predican otra doctrina y otra moral, que celebran otra liturgia, que utilizan su autoridad no para custodiar la Fe y proteger el rebaño del Señor, sino para sembrar el error, la herejía, el cisma».

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En Akita, a la Madre Agnes Katsuko Sasagawa, el 13 de octubre de 1973, la Virgen le dijo: «La obra del demonio infiltrará hasta dentro de la Iglesia de tal manera que se verán cardenales contra cardenales, obispos contra obispos. Los sacerdotes que me veneran serán despreciados y encontrarán oposición de sus compañeros». De nuevo, el arzobispo Viganò señala que lo profetizado por la Virgen se está cumpliendo con creces: «Serán los buenos pastores, los raros prelados no vendidos al sistema, y los sacerdotes y religiosos que están en contacto diario con la realidad y ven los daños físicos, psicológicos, morales y espirituales causados por esta conspiración criminal, funcional para el control total de los ciudadanos y el exterminio de una parte de ellos».

La situación ha llegado a tal nivel de deterioro que se hace imprescindible una intervención extraordinaria de Dios. Según Alphonsine Mumureke, vidente en Kibeho, Ruanda: «El regreso de Jesús está muy cercano. La Reina de los Ángeles viene a aconsejarnos que nos preparemos para la venida de su Hijo».

O como le dijo la Virgen a Sor María Natalia Magdolona (1902-1992), mística húngara, en proceso de beatificación: «En el instante en que satanás tenga la ilusión de ser el amo del mundo y que le ha llegado el momento de instalarse en su trono, le arrebataré su botín. La victoria será tan sólo de mi Hijo y Mía». Con esa sólida esperanza combatimos hasta nuestro último aliento.

Un libro. BERGOGLIO, EL COJÓN DEL ANTICRISTO, que está el número 1 en Amazon, y que merece ser el que lleven en todas las mochilas todos los miembros de la resistencia.

¡Ven, Señor, no tardes!

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