Enrique de Diego.
Perdona, pero hay tanto gilipollas compitiendo contigo, que no he dado abasto, y he retrasado esta carta a ti, Jesús Mañueco, que rima con Muñeco, porque no has dado un palo al agua, siempre de político profesional, dentro de un partido satánico, entregad tu alma al diablo. Anda que, alma de cántaro, vas y pides a Pedro Sánchez «liderazgo» para que vaya hacia el timo pinchazo obligatorio.
Castilla tiene la desgracia de tenerte a ti, pingajo de los cojones, como presidente, que no sabes por donde te viene el aire, que eres un desastre sin paliativos, que no sabes que la inyección es de veneno mortal, es una «terapia génica», que dice Stefan Oelrich, presidente de la División de Productos Farmacéuticos de Bayer, que os ha dado el timo, y parece mentira que un pueblo como el castellano, que es el mío, haya degenerado tanto para haber caído en un Mañueco de las pelotas. Te vas a Gibraltar y ya han decretado de hecho la vacunación obligatoria, ¡qué como no pinchen a los monos! Y tienen la enfermedad disparada y las muertes in crescendo.
Te aviso que mi familia ha picado haciéndote caso a ti, y como les pase algo, voy a ir a por ti, pingajo.