Enrique de Diego.
En estos tiempos de penumbra, se esconden las verdades más elementales de la fe católica y, entre ellas, la existencia del Infierno, que existe, ya lo ceo que existe. Lo enseña en Catecismo de la Iglesia Católica: «La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del Infierno y su eternidad», «las afirmaciones de la Sagrada Escritura y las enseñanzas de la Iglesia con respecto al Infierno son una llamada a la responsabilidad con la cual el hombre debe usar su libertad en vista de su destino eterno, Constituyen al mismo tiempo una llamada a la conversión», «Dios no predestina a nadie para que vaya al Infierno; se necesita para ello una aversión voluntaria hacia Duis, y persistir en ella hasta el fin. En la liturgia eucarística y en las oraciones cotidianas de los fieles, la Iglesia implora la misericordia de Dios, quien quiere que nadie perezca, sino que todos lleguen al arrepentimiento».
Conchita, la vidente de Garabandal, escribió unas líneas para su hijo sacerdote. Se publicaron en el número 26 de la revista Legión, el 29 de noviembre de 1967, y Conchita la escribió cuando estaba interna en el Colegio de las Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza. Ahí, entresacadas, se dice: «Hablar de María que es la más segura para llevarnos a Cristo. También hablar y hacerles creer que como hay Cielo, hay infierno». En las últimas apariciones hay dos constantes: que el Señor viene. Dice Conchita que «la Santísima Virgen nos ha hablado varias veces que su Hijo Jesús vuelve». Alphonsine Mumureke, vidente en Kibeho, Ruanda: «El regreso de Jesús está muy cercano…La Reina de los Ángeles viene a aconsejarnos que nos preparemos para la venida de su Hijo».
La segunda constante es la existencia del Infierno. La Virgen se lo mostró a Lucía, Jacinta y Francisco, los tres pastorcitos de Fátima. Lo contó así Lucía: «Nuestra Señora nos mostró un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra. Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas, como se fueses brasas trasparentes y negras o bronceadas, con forma humana que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que de ellas salían, juntamente con nubes de humo que caían hacia todos lados, parecidas al caer de las pavesas en los grandes incendios, sin equilibrio ni peso, entre gritos de dolor y gemidos de desesperación que horrorizaban y hacían estremecer de pavor. Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes y negros. Esta visión fue durante un momento y, ¡gracias a nuestra buena Madre del Cielo, que antes nos había prevenido con la promesa de llevarnos al Cielo! De no haber sido así, creo que hubiéramos muerto de susto y pavor. Inmediatamente levantamos los ojos hacia Nuestra Señora que nos dijo con bondad y tristeza: -Ustedes han visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Es para salvarlos que Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón».
También en Mejugorje, Nuestra Madre ha tenido un especial interés en enseñarles la verdad del Infierno a dos videntes. Vicka y Jakov. Lo cuenta así Vicka: «Después del Purgatorio, la Gospa nos mostró el Infierno. Es un lugar terrible. Hay un fuego enorme en el medio, pero ese fuego no es como el que conocemos en la Tierra. Hemos visto a personas totalmente normales, como las que encontramos en la calle, tirarse ellas mismas al fuego. Nadie las empujaba. Se arrojaban en ese fuego a diferentes profundidades. Cuando salían de allí, parecían bestias feroces, blasfemando y gritando su odio y su rebelión…Nos era difícil pensar que todavía eran seres humanos, ya que estaban tan cambiados y desfigurados…Estábamos aterrorizados ante lo que veíamos, y no entendíamos cómo algo tan horrible podía suceder a esas personas. Vimos incluso a una joven muy bella tirarse al fuego. Después, se volvió como un monstruo. Afortunadamente, la presencia de la Gospa nos tranquilizaba.
«La Gospa nos explicó entonces lo que veíamos y nos dijo: Esta gente va al Infierno por su propia voluntad. Es su elección, su decisión. ¡No temáis! Dios ha dado a cada uno la libertad. Aquí en la Tierra, cada uno puede decidirse por Dios o contra Dios. Algunas personas en la Tierra hacen siempre todo en contra de Dios, en contra de su Voluntad, conscientemente. Es así como inician un infierno en su propio corazón. Y cuando llega la hora de la muerte, si no se arrepientes, es ese mismo infierno el que continúa.
- Gospa -preguntamos entonces-, ¿esas personas podrán salir algún día del Infierno?
- -El Infierno no tendrá fin; aquellos que están allí no quieren recibir nada de Dios; han elegido libremente estar lejos de Dios, ¡para siempre! Dios no puede forzar a nadie a amarlo».
Dos visiones del Infierno para que no haya dudas de su existencia. La Virgen se lo enseñó para que rezaran por los pecadores, porque el pecado también existe. Es como si Nuestra Madre quisiera salir al paso de tantos silencios y tantas dudas metódicas en las predicas de los eclesiásticos. Hoy, cuando vemos que se está practicando un genocidio, que clama al Cielo, cuando se asesina a las personas por codicia y eugenesia, por miedo y vergüenza a hablar, cuando el plan satánico está en toda su efervescencia, conviene saber que hay Infierno y que hay que apostar por Dios, con una buena Confesión de todos nuestros pecados, y estar del lado de Bien, porque hay que tener temor de Dios, en su infinita Misericordia, y no tener miedo de los hombres. El Infierno existe, ya lo creo que existe.