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El estrepitoso fracaso del Opus Dei

Redacción




Enrique de Diego.

«Estas crisis mundiales son crisis de santos», escribe San Josemaría Escrivá de Balaguer en «Camino». Así que en estos tiempos de crisis monumental, la presencia de los santos se echa mucho en falta. San Josemaría es el Fundador del Opus Dei, en otros tiempos anclaje seguro de la ortodoxia católica, cuando iba contracorriente en los tiempos ya de apostasía del postconcilio, y se convirtió en un refugio expansivo. Las vocaciones fluían a esa llamada valiente, ajena a toda componenda. San Josemaría, después de muchos años oculto, vino a España a hablar claro, sin pelos en la lengua, a avisar de que «una civilización se tambalea, impotente y sin resortes morales»; no hacía concesión alguna, por ejemplo, al feminismo: «corrompida la mujer, corrompida la sociedad». ¡Qué diferencia con la actual Secretaria Central de la Asesoría, Isabel Sánchez Serrano, promocionando su libro «Mujeres brújula en un mundo de retos», que más bien se debería titular mujeres sin brújula, desnortada, presumiendo de ser la que más manda en la Sección Femenina del Opus Dei, y utilizando la terminología podemita del empoderamiento y la sororidar.

Fernando Ocáriz, Prelado del Opus Dei.

Decía San Josemaría que «soñar y os quedaréis cortos», en sus ansias de proselitismo audaz y constante. ¿Se han quedado cortos o largos? ¿No han soñado? El Opus Dei no tiene hoy una crisis de poder eclesiástico, en una Iglesia que va hacia su destrucción acelerada con un Sínodo que tiene esa finalidad, pero sí de vocaciones e incluso de gravísima desorientación doctrinal, que lo está situando, en esta guerra terrible entre la luz y las tinieblas, en el bando de satanás. Graves palabras, a las que luego iré, porque más graves son los hechos. Veamos en términos vocacionales el desastre sin paliativos que se ha ido labrando. En Madrid en los años 70 había dos Centros de Estudios, el Colegio Mayor Montalbán y el Colegio Mayor Santillana, donde se formaban los miembros Numerarios. Estaban a reventar. En el Colegio Mayor Montalbán tenían que utilizarse para dormir los centros sitos en General Oraa, 5, en General Oraa, 26 y en José Lázaro Galdeano, 1. En total se formaban levas de más de 300 Numerarios. Ahora hay 10 escuálidos. Por toda España, lo mismo, se han cerrado la mitad de los Centros de Estudios. Los centros donde dormían los sobrantes de Montalbán ya no existen. Ya no está asegurada la renovación generacional, con planteles muy mayores. El Club Jara, auténtico vivero de vocaciones, se vendió. Entonces se abrían Centros, ahora se cierran.

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Eso es consecuencia de la tibieza de las conductas y de la falta de firmeza en la doctrina. Y lo grave es que a nadie parece preocuparle, cuando el fracaso estrepitoso del Opus Dei es uno de los signos de los tiempos, porque, repetía el Fundador del Opus Dei, «a grandes males, grandes remedios». El remedio del Opus Dei ha dejado de existir como tal. Quedan las obras corporativas, negocios, cáscaras vacías, sin el espíritu fundacional.

En el audio, se reproduce un editorial de César Vidal con opiniones cuestionables, con algunas estoy manifiestamente en desacuerdo, pero se ha llegado a la estúpida impostura de alienarse en la web oficial del Opus Dei con la satánica agenda 2030, que busca la aniquilación de la especie, que nos promete «no tendrás nada y serás feliz», serás esclavo. En la web se ha publicado un deleznable artículo con el tufo del infierno que se debe a Emilio Chuvieco Salinero y a Silvia Albareda. La agenda 2030 no es cuestión de matiz, es el puro infierno, el puro satanás. Les dejo unos pocos minutos con el gran César Vidal para que se ilustren:

En 2012 -cuento una anécdota personal- decidí publicar el libro «La tercera campanada» con la carta dolorida que, en 1974, escribió el 14 de febrero sobre la brutal crisis de la Iglesia. Añadí un breve comentario, dejando claro que el Fundador del Opus Dei era una de las mejores cabezas de la Cristiandad. Era esa carta un patrimonio de todos los cristianos, avisando de las desviaciones doctrinales que entonces empezaban y hoy se han convertido en general apostasía. Me habían avisado que el Opus Dei había repudiado dicha carta, que la ocultaba y censuraba. Increíble. Pues me las vi en el Juzgado de lo Mercantil por los derechos de autor. El Opus Dei se comprometió a hacer una publicación propia con todos los escritos del Santo, que nunca se ha hecho. Hoy el resto durmiente que queda fiel al espíritu fundacional lleva «La tercera campanada», a escondidas, en sus agendas.
Al Opus Dei le pasa que se ha dejado corromper por el ambiente secularizante, por las modas del siglo, se ha mundanizado, y se ha vuelto inservible e inútil cuando más se le necesitaba. «A grandes males, grandes remedios». Y los grandes remedios han fallado estrepitosamente, por no ser fieles al Fundador del Opus Dei, que avisaba en «La tercera campanada» del modernismo y de la necesidad de anclarse en Santo Tomás de Aquino. En cuidar la Liturgia Eucarística, eso sobre todo, en vez de quitar reclinatorios para comulgar, como se ha hecho en la Iglesia del Espíritu Santo de Madrid.
«Hay que vibrar, hijos míos, hay que vibrar, porque rendiremos cuentas del tiempo inútilmente gastado. Para nosotros, el tiempo es gloria de Dios, el tiempo -es una ocasión irrepetible- de sembrar buena doctrina. No existen nunca razones para descuidar el apostolado. Cuanto más lejos de la verdad de Cristo esté el lugar en que os mováis, más dentro de Dios debéis meteros, con vuestra vibración interior y con el fervor apostólico. Así seremos luz, farol resplandeciente, encendido en las encrucijadas de esta tierra». ¡Qué lejos está ahora el Opus Dei de estas frases de su Fundador! Ahora, que reinan las tinieblas, la Obra se ha sumido en ellas, no desprende luz sino la oscuridad de la diabólica agenda 2.030.

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Isabel Sánchez Serrano.

Se ha sometido a Bergoglio, que con Mario Facio, ha hecho bien su trabajo: para destruir la Iglesia, primero tenía que destruir el Opus Dei. Ya lo ha conseguido. Pero las puertas del infierno no prevalecerán sobre Ella. Estos van ser años decisivos. Para ser como las vírgenes prudentes y no como las necias, tipo Isabel Sánchez Serrano.