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Escándalo: Emer Cooke, directora de la EMA: La zorra al cuidado del gallinero

Redacción




Miguel Jara.

La directora ejecutiva de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) es la señora Emer Cooke. Irlandesa de nacimiento, es una profesional de las «puertas giratorias» como bien indica su historial. Y entre sus desempeños está el haber trabajado durante años en EFPIA, la patronal de la industria farmacéutica europea, su principal lobby.

Emer Cooke comenzó su mandato como directora ejecutiva de la EMA el 16 de noviembre de 2020. Posee licenciatura en Farmacia y una maestría en ciencias y administración de empresas del Trinity College Dublin, Irlanda.

Tiene más de 30 años de experiencia en asuntos regulatorios internacionales.

Antes de asumir su cargo actual, fue directora responsable de todas las actividades reguladoras relacionadas con productos médicos en la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Ginebra entre noviembre de 2016 y noviembre de 2020.

Cuando escribo «puertas giratorias», me refiero a esto y a lo que os voy a contar, que es una especialista en combinar puestos de altura en el esquema de organismos públicos como OMS o la EMA con puestos relevantes en la industria farmacéutica privada.

La señora Cooke estuvo empleada en el sector farmacéutico irlandés entre 1985 y 1991, incluidos dos años como asesora farmacéutica en la autoridad reguladora de medicamentos de Irlanda. Quien ahora es la máxima responsable de los medicamentos y productos sanitarios en la Unión Europea, trabajó para la Federación Europea de Asociaciones e Industrias Farmacéuticas (EFPIA).

Lo hizo como Directora de Asuntos Científicos y Regulatorios de 1992 a 1995 y de 1996 a 1998. También trabajó a tiempo parcial como asesora de políticas farmacéuticas de 1996 a 1998.

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Ese mismo año pasó a la Comisión Europea (el Gobierno europeo) donde, entre 1998 y 2002 fue Administradora principal en la Unidad de Productos Farmacéuticos. Su principal responsabilidad fueron las inspecciones, actividades internacionales e iniciativas legislativas.

Luego llegó a la EMA, donde estuvo entre 2002 y 2016 ocupando varios puestos, incluido el de Jefa de Inspecciones y Jefa de Asuntos Internacionales. Y ahí está, como explico, como su máxima responsable.

Digna de mención es su declaración de conflictos de interés, publicada como su biografía en la web de la Agencia. La directora de la EMA trabajó cinco años con la EFPIA pero en su declaración de intereses a todo dice que «None», que no ha tenido relación con la industria farmacéutica… recientemente.

En el cuestionario se le pregunta si ha estado empleada en una empresa farmacéutica «durante los últimos tres años». Claro, la respuesta es que no porque lo de la EFPIA data de 1998. También le interrogan sobre si ha tenido alguna función ejecutiva en una empresa farmacéutica o en el desarrollo de medicamentos «durante los últimos cinco años». Pues tampoco, a ver.

Ni ha hecho trabajos de consultoría con alguna compañía farmacéutica, ni ha sido asesora estratégica ni investigadora para las farmas «durante los últimos tres años». Tampoco tiene familiares en la industria y así con todo el formulario.

Por ello, al final del mismo, declara que

los únicos intereses directos o indirectos que tengo en la industria farmacéutica o cualquier otro interés de la industria directamente relacionado con mi trabajo en la EMA son los listados arriba».

Está claro que con esa manera de explicar sus posibles contradicciones no tiene porqué contar lo de la EFPIA. No sé si es muy relevante el paso de esta señora por la industria farmacéutica, lo cierto es que su perfil, su trayectoria es muy pro establisment. Se ha desempeñado casi toda su carrera en el área de regulación de productos sanitarios, una de las más importantes para las industrias pues de ello depende que se aprueben o no sus productos.

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Quizá ello tenga que ver con que a la primera que han aparecido daños graves y muertes que pudieran estar relacionadas con trombos provocados por la vacuna de AstraZeneca haya corrido a «salvar» a la empresa farmacéutica y su producto.

Por desgracia las «puertas giratorias» en puestos relevantes de las agencias reguladoras de medicamentos y otros grandes organismos sanitarios, son o han sido habituales. Quienes han tenido esos empleos de gran responsabilidad, por lo general, han pasado luego a la industria.

Un ejemplo es Fernando García Alonso, que fue director de la Agencia Española de Medicamentos y también director general de Farmacia para luego pasar al laboratorio Schering-Plough y desarrollar una larga carrera en diferentes laboratorios privados. Aquí explico el fenómeno y pongo algunos ejemplos más.