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El apagón informativo no surte el efecto deseado

Redacción




Editorial.

Sigue el apagón informativo absoluto dentro de la falsa normalidad, consigna seguida a rajatabla por los medios de defecación. Europa es un hervidero de protestas contra el nuevo totalitarismo que se trata de imponer. Normalmente, el silencio informativo es suficiente para conseguir que se agosten, que decrezcan por la dificultad de mantener el clima reivindicativo. Otras veces el sistema ha ensayado esta estrategia con óptimos resultados, pero esta vez no está siendo así.

En la medida en que se ha amenazado la libertad personal, los derechos cívicos básicos y la misma esencia de la democracia el desmos está haciendo presente, tomando las calles, de una forma que nos atrevemos a decir que va a pasar de la revuelta a la revolución. Y no sólo en Europa, sino en medio mundo, la parte más sólida, más consciente y más ilustrada de la sociedad está llenándose corajes y de indignación. En Australia, donde combaten un totalitarismo agresivo, en Canadá, donde el lacayo del globalismo no se esperaba esta reacción, incluso en la tranquila Suiza, en todas partes las aguas amenazan con desbordarse.

El apagón informativo, como decimos, no está cosechando los frutos deseados. El coste para suplirlo se remedia con las redes sociales o con la convocatoria a una misma hora, como sucede todos los sábados en Francia. Los medios de incomunicación o defecación está sufriendo un descrédito brutal, de forma que en Londres los manifestantes han intentado varias veces asaltar los estudios de la BBC y de otras televisiones acusándolas con toda justicia de una manipulación brutal y constante a favor de los intereses oscuros y criminales de las farmacéuticas, a los que se han plegado obedientemente las castas políticas lacayas.

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Al revés, el apagón informativo que lleva a escudriñar en las redes alternativas, donde no impera la alternativa, para conseguir vídeos de las protestas constantes, que hablan de la existencia de una resistencia cada vez más enconada y arisca, está provocando conflictos muy serios. En Francia se vienen sucediendo las manifestaciones por parte de gente decidida a no ceder lo más mínimo a la violencia estructural del Estado que trata de imponer un totalitarismo atroz ante el que es legítima el uso de la violencia proporcional. La prohibición de acudir a los centros comerciales sin el pase covid, auténtico instrumento totalitario, está siendo contestado con avalanchas que ponen a la Policía en retirada.

Disturbios en la manifestación contra el pasaporte sanitario en París.

En la medida en que la Policía no defiende los derechos y libertades del pueblo sino que los oprime, siguiendo los dictados de la casta, se aleja del pueblo que ha empezado a verla como enemiga. Así, se ha generalizado el grito coreado de las «putas de Macron» dedicado a los policías franceses, quien el pasado fin de semana fueron atacados por aguerridos militantes del movimiento Black Blocs incendiando un coche policial, ente gritos de «Policías, mierdas», «Estás muerto». Macron ha provocado esta respuesta legítima al imponer un demencial totalitarismo. Macron es culpable.