Ignacio Fernández Candela.
Mi siempre amado Padre:
Dos son los factores incidentes de la crisis en España que definen la deriva totalitaria de este desgobierno criminal: la justificación constante de la ineptitud que nos arrastra a una ruina absoluta y la maliciosa voluntariedad de un sectarismo tabernario con la pretensión de modificar el estado del bienestar de cuarenta años en democracia para sustituirlo por un régimen bolivariano, a imagen y semejanza del neocomunismo impuesto en el mundo por fraude electoral. Ni uno de los países sojuzgados por la lacra comunistoide en alianza con el globalismo se libra de la sospecha del amaño electoral, como tampoco España y recientemente EEUU.
Repugna la verborrea del agente financiado por narcodictaduras. Pablo Iglesias justifica las tropelías gubernamentales bajo la excusa de haber sido elegidos en las urnas. Tanta reiteración de la excusa apesta a falsedad cuando la Plataforma Elecciones Transparentes ha presentado pruebas sólidas de la manipulación electoral por parte del elemento que ocupa La Moncloa. Quizá por ello el vicepresidente de la pandemia podemita repite como consigna que ha sido seleccionado por sufragio universal para solapar, a la vista ingenua del Congreso de los Diputados, que ni siquiera la nimiedad de su partido es producto de un proceso electoral limpio. El tramposo cuando miente y no es descubierto se solaza en el cinismo, tiende a restregar la presunta honradez y claridad de sus engaños haciendo pasar por legítimo lo que no lo es. Es más que una sospecha la sensación de que dos fulleros están destrozando nuestro país después de haber colado la misma estafa contra la que Donald Trump se está defendiendo en Norteamérica.
Causa pavor, mayormente asco, por cuanto de irreversible resulta haberlo permitido, saber que los perjuicios causados por este desgobierno social comunista provienen en origen de un fraude electoral, semejante al perpetrado en EEUU. La resiliencia de Donald Trump en defensa de la democracia contrasta con la connivencia de una oposición perfecta en España para los continuos planes del sanchismo. Si las sospechas de fraude electoral el pasado 10 N eran de por sí consistentes, a través de las pruebas que aportó la Plataforma para las Elecciones Transparentes, con lo sucedido en las norteamericanas se disponen de evidencias sobre cómo amañar mediante el voto por correo y el conteo electrónico, entre otras añagazas. Referencias que significan haber descubierto el sistema por el que muchos países han sido estafados por las influencias radicales del neocomunismo en asociación con desalmados especuladores como George Soros. Lo cual obliga a rastrear las relaciones de Pedro Sánchez con unos y con otros para ratificar conexiones e intereses que explican la rastrera deriva de traición hacia el desajuste constitucional y la desintegración territorial. Que el ilegítimo morador de La Moncloa es un traidor lo muestra con sus actos, pero antes deberían preocupar las raíces del pucherazo en esta oscura legislatura, porque con el mismo modus operandi pretende apoltronarse otros diez años aprovechando la frágil garantía del control de votos. Los mandos militares se dirigen al Rey advirtiendo de la intención destructiva del desgobierno social comunista. Millones de ciudadanos piensan que deberían desfilar ante tribunales ad hoc, en defensa de la libertad y la democracia verdaderas, si éstos que presumen de demócratas fueran en verdad criminales de baja estofa que estafaron electoralmente para luego incurrir en otros delitos de mayor calado como el genocidio: tu asesinato junto al de decenas de miles de ajusticiados con el fin de sacar rédito político e imponer una Eutanasia encubierta contra una generación aniquilada. Por inepcia y voluntariedad, que de todo hay.
Antes de llamarse a engaño por las políticas radicales de Sánchez e Iglesias, la Oposición desunida y aletargada debería preguntarse por qué la Junta Electoral Central ha permitido la revisión de las actas e interesarse por el curso de los acontecimientos e incluso por el desarrollo de esta denuncia formulada desde la más rigurosa investigación que podría demostrar la ilegalidad de un desgobierno impuesto por recalcitrante fraude no solo por los embustes en campaña sino, principalmente, por la acción delictiva, la misma, por la que Joe Biden podría acabar encarcelado por alta traición si los republicanos demuestran que el único presidente electo, en cumplimiento estricto de la ley, es Donald Trump.
Te extraño en esta España nuestra secuestrada por Satanás, Papá. Descansa en Paz, merecida Paz de tu digna conciencia y tan buenas siembras terrenas.