Luis Bru.
Pedro J Ramírez ha superado todos los límites del mal gusto al ilustrar su último artículo «el tiro por la coleta» con un Pablo Iglesias que se dispara en la boca. Demasiado obvio, demasiado ramplón, demasiado simple y demasiado desafortunado. En cuanto se ha publicado, el diario digital La Última Hora, oficial u oficioso de Podemos, le ha dedicado una indignada reseña: «el nombre del veterano comunicador ha saltado a la palestra en las redes sociales y se ha convertido en tendencia». La desmesura ha sido muy mal recibida como se merece, como si se tratara del tratamiento dado por un becario al que se le ha ido la bola. Todo es bastante patético en este Pedro J cenital, que no ha sabido, ni querido, retirarse a tiempo a la búsqueda del mito de la eterna juventud.
En apariencia Pedro J trata de congraciarse con lectores muy radicales subiendo la apuesta. Sabido es que Pedro J tiene muy mal cartel entre los lectores de Vox, pero no se trata de nada eso. El tiro certero con la pistola medita en la boca de Pablo Iglesias está orientado por Ana Patricia Botín y Féliz Revuelta, cuyo hijo Kilian, vicepresidente de Naturhouse, ya pertenece al Consejo de Administración de El Español. Pedro J Ramírez se ha hecho la voz de los poderosos. Esto está bastante lejos de su espíritu fundacional de un digital independiente con muchos accionistas que pusieran poco dinero. Esto ha degenerado en un timo, al igual que la doble vía de financiación, por la publicidad y por las suscripciones, éstas no han hecho que descender.
La tesis Ana Patricia Botín de la que Pedro J es simplemente el mensajero consiste en eliminar a Podemos del Gobierno, una excrecencia en Europa, e ir hacia la gran coalición. Para ello es necesario el tiro en la coleta, más allá del caso Dina. Forzar al PP, que mantiene un pacto con Ciudadanos, y que actúa de caballo de Troya, mientras se hunde en el lodazal, a un pacto con el PSOE, para lo que cuenta con su antigua becaria, Cayetana Alvarez de Toledo, de tal modo que en Europa se presente un Gobierno presentable. Sería la última jugada para salvar el régimen del 78, la transición, y, piensa Ana Patricia, para obtener fondos de Europa con un Gobierno creíble. Demasiadas suposiciones.