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La monarquía se derrumba

Redacción




Editorial.

En un intento por salvar la monarquía, los lacayos están pretendiendo presentar a Felipe ignorante de las fechorías de su padre, Juan Carlos. Se entiende así que la institución monárquica queda salvaguardada, como sostén del Estado de partidos, por cuanto el hijo no es responsable de la acciones del padre. Ni es tan sencillo, ni tan fácil, por de pronto esta dinastía se basa en la traición y su pretendida legitimidad está basada en la transición, y por ende en la figura de Juan Carlos. En la medida en que ésta queda cubierta de mierda, es toda la dinastía la que queda dañada. Notorio es que todo el reinado de Juan Carlos está marcado por la corrupción, que en él ha sido una costumbre, propia de la lectura de un delincuente de la inviolabilidad constitucional. Incluso es un corruptor en el ámbito de la familia como es claro en el caso de Iñaki Urdangarin.

No puede sostener que el hijo no estaba al tanto de las actividades ilícitas del padre porque se han hecho a la luz del día, sin esconderse, con desfachatez monárquica. Todo se ha ejecutado ante sus narices borbónicas, incluso se ha beneficiado de ello, como ha sucedido en su viaje de novios que fue pagado por un empresario. Incluso en Lucum Foundation, la tapadera donde se recogen las abultadas comisiones del AVE a la Meca, contiene en sus Estatutos un artículo que sugiere el conocimiento de sus herederos: “Si un beneficiario se opone a la ejecución de este acuerdo o pretende obtener una parte más importante que la que le corresponde o intenta impedir que otro u otros beneficiarios reciban la parte o partes que les corresponden, perderá todo derecho a su parte y será excluido del grupo de beneficiarios de la fundación, como si no hubiera nunca sido beneficiario”.

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Pero lejos de las evidencias abrumadoras del conocimiento del hijo de lo que hacía el padre en ese pequeño mundo que es Zarzuela, y en el ámbito estrecho de la familia real, la sola idea de que Felipe no lo supiera, cuando la gente medianamente infirmada tenía conocimiento de ello, sugiere una absoluta estulticia del hijo, que le hace incapaz para las responsabilidades del Jefe del Estado. Se mire por donde se mire, la monarquía está tocada de muerte.