Javier de la Calle.
Nuevamente se reúnen varias docenas de personas para la ya habitual cacerolada a las puertas de la mansión de Pablo Iglesias.
Esta vez con calles cortadas y un gran despliegue policial sin precedentes en Galapagar, esta vez con la unidad de élite de la Comandancia de Madrid, la USECIC.
Los vecinos de los marqueses ahora, además de la molestia de la garita en medio de la calle y de un WC portátil, tienen que soportar que sus calles y accesos a sus viviendas sufran estas restricciones.
Señor Marqués, los vecinos no dejarán de acudir y hacer sonar las cacerolas de forma que usted lo escuche.
Pablo Iglesias señalaba a quienes se aislaban en chalets con piscina, pero él puede. Señalaba a los que van a trabajar en coche, pero el utiliza hasta 3. Aplaudía los escraches, pero a él no se le pueden hacer. Dice estar preocupado por el cambio climático, pero riega sus 2.000 m² de césped y no se le ve ni una placa solar.
¿Por qué no se van sus excelencias a la vivienda oficial y facilitan la vida a sus vecinos?