
Miguel Sempere
La historia pudo ser de otra forma. Lo que estamos viviendo estos días pudo no haber sucedido y ser de manera bien distinta. Y si bien la historia no puede reescribirse, la especulación resulta ilustrativa, al menos en el terreno literario.
Pedro Sánchez había conseguido un acuerdo con el centrismo amorfo y oportunista de Ciudadanos. Ese acuerdo estaba abierto a Podemos. Hubo incluso negociaciones a tres bandas, de las que Podemos se levantó con sarpullidos de haber compartido mesa con la derecha de Ciudadanos y también porque en ese momento Pablo Iglesias, como él mismo ha dicho, aspiraba a los cielos y los veía al alcance de la mano.
Incluso en el debate de investidura de Pedro Sánchez, sin pacto formal, Pablo Iglesias pudo dar la campanada si él y sus huestes –pues hay amalgama periférica- hubieran votado sí al candidato. No es muy difícil predecir la secuencia de los acontecimientos: sin el poder, el PP hubiera entrado en crisis; pues nada cohesiona más a los partidos tradicionales, a las formaciones de la casta, que el Presupuesto, y nada los debilita más que su pérdida.
El PP hubiera tenido que renovarse, concepto que siempre pasa por cambiar de líder y hoy Rajoy sería historia, no muy edificante.
Ahora Podemos rompe su alianza con Emiliano García-Page que lleva un año haciéndole la contra a Pedro Sánchez y diciendo y haciendo lo mismo por lo que ahora resulta indeseable su compañía. ¿Por qué ahora? ¿Por qué tan tarde? ¿Es que el sueño de Pablo Iglesias, en efecto, es romper y suplantar al PSOE, es liderar una izquierda que está dando un espectáculo bochornoso? El precio es mantener a Mariano Rajoy en el poder y que España siga gobernada por un partido de corruptos, en el que están imputadas hasta las siglas. Me parece un precio excesivo y que les resulta muy gravoso a los votantes de Podemos, como se ha visto en los descensos en Galicia y País Vasco.