Enrique de Diego.
Está muy bien, ha estado muy bien, con el mensaje de unidad y la piñata de millones de euros de dinero público para hacer frente a las consecuencias sanitarias y económicas del coronavirus, de la emergencia sanitaria, que se extiende por España, entre otras cosas porque usted es un retórico y no toma las medidas a tiempo, las toma siempre tarde, anteponiendo sus intereses partidarios. ¡El 8 M nunca debió celebrarse! Ya está la irresponsable y demente ministra de Igualdad, Irene Montero, infectada. Lejos de ello, usted envió a su esposa, Begoña Gómez, para que hiciera la estúpida.
Y a miembros tan significativos de su Gobierno como las vicepresidentas Carmen Calvo y Nadie Calviño, la de Educación, Isabel Celáa, que al día siguiente tenía que decirle a los padres que no llevaran a sus hijos al colegio, cuando ella estaba haciendo el tonto por las calles, la ministra de Exteriores, y el insufrible Marlaska, haciendo el gamberro.
Ese aquelarre ha hecho más por propagar el coronavirus que cualquier otra cosa. El feminismo se lo debe hacer mirar. Usted quedó atrapado por la ideología y por sus histéricas, esas que cantan «preferimos morir por el coronavirus antes de que no mate el heteropatriarcado» ¡Hay que estar locas! Y con todo el gabinete al frente del aquelarre.
La locura colectiva la propició usted, que debió prohibir las concentraciones y no lo hizo, espero al día siguiente; cometió un error, un gravísimo error.
Usted estuvo bien ayer, pero estuvo mal, muy mal el 8 M. Que conste.