Miquel Valldegrós.
Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo. Con ésta rimbombante y socorrida cita de Benjamin Franklin, se da la bienvenida a la vistosa página web del instituto Navarro Santafé de Villena (Alicante).
Si bajas un poco, verás el apartado «nuestros proyectos», que actualmente son: Nasabuga (un coche con motorización Stirling), erasmus+, ciudades amigas de la infancia, proyecto paisaje, cooperación en el aula, e investigación y desarrollo del motor Stirling.
El motor Stirling, es una tecnología muy antigua y poco conocida que, gracias a la creciente concienciación medioambiental sobre el cambio climático y el auge de la energía renovable, está ganando popularidad, convirtiéndose en una interesante propuesta de futuro y presente y una gran oportunidad laboral.
Manuel, joven parado de larga duración, se puso en contacto con el Navarro Santafé, primero envió varios mails a los que no obtuvo respuesta, así que decidió llamar. Tras varios días de intentar hablar con el encargado de FP al fin consiguió que le hicieran caso.
Manuel estaba muy motivado por toda la propaganda de su web, en la que se vanaglorian de tener profesorado altamente cualíficado en ésta tecnología, gracias a un convenio con el centro Stirling de Vitoria, propiedad de la corporación Mondragón, además de ser el único centro educativo de la Comunidad Valenciana en trabajar con ésta tecnología.
Su intención era la de cursar un grado superior en diseño y fabricación mecánica, involucrarse en los proyectos Stirling, pues es muy manitas y creativo, y adquirir unos conocimientos y habilidades beneficiosos para su vida laboral, puesto que le habían ofrecido un puesto en una prestigiosa empresa sueca de energías renovables, que fabrica motores Stirling para sistemas CHP.
Al día siguiente, recibió el siguiente correo, que reproducimos a continuación (sic):
Hola;
Jugar con los sueños y esperanzas de los demás es infame, pero que éste acto sea perpetrado por la comunidad docente en la que hemos depositado nuestra confianza, es deleznable.
No se trata de simplemente cobrar la subvención del fondo europeo y ya, si no de cumplir con su compromiso con la ciudadanía, ¡Es de ley!
Manuel, como otros miles de jóvenes de este país cuyos padres y abuelos, trabajaron y lucharon para que sus hijos tuvieran acceso a la educación pública digna y de calidad que ellos no tuvieron, se siente manipulado y defraudado, tras una ardua búsqueda de una oportunidad de formarse en su pasión, ha caído en una depresión y ha perdido toda esperanza de cursar estudios y encontrar trabajo.
Dice que aquí no tiene futuro, «Me dedicaré a fumar porros y a jugar a videojuegos, por lo visto es para lo único que sirvo» dice entre sollozos y lágrimas de rabia.
Como muchos otros jóvenes, se ha dado de bruces con la dura realidad, se le prometió todo, y ahora sin embargo, se le niegan hasta sus derechos constitucionales más básicos, es la generación desheredada del sistema.
A ésto se suma la desesperación de los padres de Manuel, conscientes del futuro (más bien la ausencia de éste) que le espera a su hijo. «¿Qué será de mi hijo cuándo faltemos nosotros?» Comenta su madre apesadumbrada, pese a haber trabajado ambos durante cuarenta largos años, con gran sacrificio, apenas pueden afrontar los gastos de matrícula y los libros. «La asistenta social nos prometió una beca de estudios, pero llevamos tres años esperando y nada»
Es un chico brillante que, con mucha suerte, acabará sirviendo paellas en Benidorm, en cierto modo, comprendo su rabia y frustración.
Aunque se trate de ocultar por parte de los medios, me consta que la falta de expectativas es la dura realidad diaria de la juventud española.
Se trata de una traición de la comunidad docente hacia la juventud de este país.
¿Hasta cuándo habremos de soportar ver cómo ésta gentuza demole el futuro y los sueños de nuestra juventud?
¡No podemos seguir de brazos cruzados mientras unos burócratas desalmados destruyen el futuro de nuestros hijos desde sus cómodos y no tan asegurados puestos de funcionario!