Sor Emmanuel Maillard.
Queridos hijos de Medjugorje, ¡alabados sean Jesús y María!
1. El 2 de este mes, Mirjana recibió la aparición mensual de la Virgen en la cruz azul, rodeada por un grupo bastante numeroso de peregrinos por ser el mes de diciembre. Después de la misma, transmitió el siguiente mensaje:
«Queridos hijos: mientras los miro, a ustedes que aman a mi Hijo, mi corazón se llena de ternura. Los bendigo con mi bendición maternal. Con mi bendición maternal también bendigo a sus pastores: a ustedes que pronuncian las palabras de mi Hijo, que bendicen con Sus manos y que tanto lo aman; que están dispuestos a realizar con alegría cualquier sacrificio por Él. Ustedes lo están siguiendo, a Él que fue el primer Pastor, el primer Misionero.
Hijos míos, apóstoles de mi amor, vivir y trabajar para otros, para todos los que ustedes aman a través de mi Hijo, es gozo y consuelo de la vida terrenal. Si mediante la oración, el amor y el sacrificio, el Reino de Dios está en sus corazones, su vida es alegre y serena. Para los que aman a mi Hijo y se aman entre sí por medio de Él, no son necesarias las palabras. Una mirada es suficiente para que se “escuchen” las palabras que no se pronuncian y los sentimientos que no se expresan. Donde reina el amor, el tiempo ya no cuenta. Nosotros estamos con ustedes.
Mi Hijo los conoce y los ama. El amor es lo que los conduce a mí, y por medio de ese amor vendré a ustedes y les hablaré de las obras de la salvación. Quiero que todos mis hijos tengan fe y sientan mi amor maternal que los lleva a Jesús. Por eso, hijos míos, dondequiera que vayan, iluminen con amor y fe, como apóstoles del amor. Les doy las gracias”.
Al igual que en todos los sitios relacionados con Medjugorje, a pedido de las autoridades hemos renunciado a indicar el link del video de la aparición del día 2 de la Gospa a Mirjana. ¡La obediencia siempre atrae bendiciones!
2. Cuando escuché en la Cruz Azul las primeras palabras de este mensaje, “Queridos hijos, mientras los miro”, enseguida pensé ‘Dios mío, ahora nos dirá que su corazón se estremece de tristeza’, pero no, al contrario, manifestó cuánto su corazón rebozaba de ternura. ¡Uf…! También a nosotros (los que escuchábamos sus palabras) nos invadió la alegría. La palabra croata utilizada aquí por María expresa un sentimiento rico en ternura, en alegría y aun en deleite (Milina). ¡Ella dejó brotar su alegría! De hecho, entre los peregrinos que valientemente habían acudido a su cita a pesar del frío, esta vez Ella se dirigió a un auditorio bien preciso: “ustedes que aman a mi Hijo”. Todo su mensaje está dirigido a aquellos que han hecho la elección radical de amar a Jesús y de colocarlo en el primer lugar en sus vidas. Las palabras de María a continuación son dignas de los grandes místicos. En ellas vislumbramos los intercambios que mantenía con su esposo José, con su Hijo Jesús y con algunos íntimos como lo eran sus propios padres, santa Isabel, san Juan… “. Una mirada es suficiente para que se “escuchen” las palabras que no se pronuncian y los sentimientos que no se expresan. Donde reina el amor, el tiempo ya no cuenta…” ¿Quién no quisiera vivir aquella intensidad de amor que es la vocación de toda alma en este mundo y el signo indeleble de nuestro Creador? ¿Quién acaso no anhela este amor de fuego que constituye a la vez nuestra felicidad y nuestro tormento? Felicidad a causa de “ya desde ahora”, y tormento a causa de “todavía no”.
3. ¿Hemos olvidado al Autor de la Paz? Cada año, el día de Navidad, la Virgen viene con el Niño Jesús recién nacido en sus brazos. Ella nos da entonces su mensaje navideño. Pero el 25 de diciembre de 2012, se produjo un acontecimiento excepcional. La vidente Marija se dirigió a la sacristía para escribir el mensaje y cuando regresó hacia los traductores, su rostro estaba completamente pálido y no lograba pronunciar palabra. Nos preguntábamos qué podía haberle sucedido. Finalmente nos dijo: “Hoy la Gospa no ha dado ningún mensaje. Tuvo que volver a inhalar para anunciarnos: “Quien habló fue el Niño Jesús! Sólo dijo: “Soy vuestra paz. Vivan mis mandamientos”. Más tarde, Marija nos dijo que el Niño Jesús estaba sentado sobre un brazo de su madre y que desde allí dio su mensaje con autoridad; que tenía la voz de un niño de 7 años.
Él que es el Camino, la Verdad y la Vida nos entrega aquí en pocas palabras una información capital para nuestro mundo: nos indica dónde podemos encontrar esta paz tan rara y cómo debemos proceder para obtenerla. Para prepararnos lo mejor posible para la Navidad, debemos retornar a la fuente. ¿De quién festejamos el aniversario de su nacimiento?¡Las tiendas pueden estar llenas de 1000 regalos resplandecientes, pero de una tristeza abismal porque no encontramos allí al Niño Jesús! Sin embargo, si en una estantería encontráramos un cartel indicando: “Aquí, pueden comprar la paz del corazón”, en pocos minutos se agotaría el stock. Sería el regalo de los regalos, para comprar para sí y para los demás; esa paz de Dios “que supera toda inteligencia” nos dice san Pablo, y que tanto anhelamos. Nos enfermamos por falta de paz, ¡pero la buscamos allí donde se pierde! ¿Por qué hemos rechazado a Aquel que nos la da gratuitamente? ¡Olvidamos que la paz es una PERSONA que es vida, amor y luz! Una persona que es todo lo que soñamos tener y que no poseemos. En esta Navidad, Jesús llamará a nuestra puerta… Una nueva posibilidad de paz nos será propuesta en Él. ¿Lo dejaremos entrar en nuestra vida, ofreciéndole el primer lugar?
Para preparar su venida, una sugerencia: cada día coloquemos en el pequeño pesebre de su gruta de Belén, todavía vacío, todo lo que decidamos ofrecerle al Niño Jesús para calentarlo en la noche de Navidad. Cada oración, cada sacrificio escondido, cada gesto de perdón será un pedacito de lana para abrigarlo… y así formaremos una mantita de amor bien calentita sobre la cual María lo colocará. Él nos lo retribuirá al céntuplo y su paz inundará nuestros corazones.
4. El peso de un bebé. Stefania creció en el seno una familia muy creyente de Milán; pero en la adolescencia pronto se alejó del Señor. Los estudios universitarios, los viajes y su trabajo como gerente de una empresa hicieron que cesara poco a poco de rezar; en cambio cuando era niña de buena gana dialogaba en su corazón con el Señor. A los 38 años, en ocasión de un viaje a Croacia como turista, se sintió impulsada de ir a Medjugorje. Su primera impresión fue bastante insignificante; no experimentó nada especial y no veía el interés de acudir a ese lugar. Tiendas, restaurantes, hoteles… ¿Eso es Medjugorje? ¿Dónde está la Gospa? Muchas dudas surgían en ella y decidió confesarse después de 20 años de haber abandonado ese sacramento. ¡Fue la mejor confesión de su vida! Recibió la absolución de todos sus pecados y, cuando se retiraba, el sacerdote le pidió que perdonara a un hombre que le había hecho mucho daño. ¡Imposible!, pensó. ¡Nunca jamás! Pero mientras caminaba por la explanada, se dio cuenta de que inconscientemente estaba orando por aquel hombre y también lo estaba perdonando. ¡La Gospa había tocado su corazón! Luego subió al Krizevac y al Podbrdo, y allí sintió que se transformaba en una persona distinta. Logró finalmente orar con toda su alma. La gracia de la oración manaba a torrentes de su corazón; se había reencontrado con Dios.
Se presentó entonces un momento crucial para ella. Su guía la había invitado a visitar la gruta de nuestro jardín para contemplar el nacimiento del Niño Jesús y luego escuchar mi conferencia en el bosquecito aledaño. Allí Stefania se dio cuenta de que todavía tenía muchos perdones por conceder porque se sentía todavía aprisionada por ciertas amarguras tenaces. Aquel día hablé sobre el Niño Jesús. Le habíamos pedido a la Virgen que colocara a su Niño frente a nosotros y nos lo diera. Entonces le propuse a cada persona de la asamblea que hiciera un gesto de acogida y que dispusiera sus brazos en forma de cuna como para recibir allí, en espíritu, de las manos de María, a su Hijo Jesús recién nacido. Stefania cierra los ojos y se dispone a acoger al Niño Dios. Es entonces cuando pierde conciencia de lo que ocurre a su alrededor porque siente el peso del Niño entre sus brazos. Conmocionada por aquella presencia tan inesperada y a la vez tan real y tangible, se siente envuelta en un amor inmenso e incondicional. El peso del Niño se hace cada vez más sensible y Stefania comprende que en realidad es Jesús mismo quien ha venido a tomarla entre Sus brazos. Es ella la que se transforma en una niña que Jesús viene a estrechar. ¡Momento de alegría indescriptible! Aquel abrazo extraordinario se disipa poco a poco luego del encuentro. Stefania afirma hoy en día: “¡Siempre recordaré aquel amor eterno! Mientras el peso del Niño disminuía poco a poco, sentía que el Maligno también se alejaba de mí y que se disipaba en mi corazón el peso de los resabios de amargura”.