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El sexo, según Federico Jiménez Losantos, alumno aventajado de Es Sexo de Ayanta Barilli

Redacción




Redacción.

En la empanada mental que tenía Federico Jiménez Losantos, y que todavía no ha abandonado, sólo que la ha trasladado a la derecha, ocupa un lugar destacado el freudismo. De hecho puso en marca la Bibiliteca la Biblioteca Freudiana de Barcelona y la revista Diwan, iniciativas de poco recorrido e infausta memoria. Colaboró en un libro pornográfico titulado La revolución teórica de la pornografía, que se vendió en sex shops. Aquí reflexiona sobre el sexo, el pretendido guía moral de la sociedad, en una entrevista realizada en El Español, dirigida por su amigo Pedro J Ramírez, de gustos sexuales tan peculiares; otro que tal baila.

Entrevista realizada para lanzar su fracasado libro La Barcelona que fue, se explica con desparpajo y deshinbición. Sólo echamos en falta la presencia de su esposa María Torres Cayuela, funcionaria de enseñanza de la Comunidad de Madrid, dicen, según fuentes solventes, que con la ayuda de la conseguidora Esperanza Aguirre Gil de Biedma. De María Torres consta una afirmación que suena a despectiva: «Siempre hemos tenido cada uno nuestros horarios, nuestro dormitorio y nuestro despacho independientes, es la única manera de sobrevivir».

Federico Jiménez Losantos se muestra como un discípulo aventajado de Ayanta Barilli en Es Sexo, He aquí la entrevista del pretendido guía moral:

Empieza Federico Jiménez Losantos reflexionando sobre  qué es el sexo: «La verdad es que no lo sé. Llevo toda la vida dándole vueltas. Hubo una época en la que era algo prohibido, por lo tanto era algo atractivo; hubo otra en la que estaba permitido y parecía normal pero no lo era tanto; y otra época en la que parece obligatorio, por lo tanto resulta repulsivo. Pero esto se va alterando en la vida y en la sociedad y en las edades. Así que sigue siendo difícil entender lo que es el sexo».

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 Rememora después el libro «La revolución teórica de la pornografía», acerca de pornografía y psicoanálisis, en 1978 «es sobre el cambio que se produce en los setenta sobre el sentido de lo prohibido y lo permitido, que está siempre en el desnudo. Las sociedades marcan una división sobre lo que consideran visible y prohibido. Eso cambia continuamente. La “pornografía” es la grafía del desnudo, pero el desnudo puede estar permitido en unas zonas y en otras no. En un cuadro sí, en la vida corriente no, con una novia no, con una señora sí… es decir, las sociedades cambian según su definición de la pornografía. Hicimos varios ensayos y unas conversaciones largas sobre la pornografía vista desde el psicoanálisis. ¿Qué parte consciente e inconsciente hay siempre en las prohibiciones sexuales? Lo que tienen de arbitrario, lo que tienen de lógico, lo que tienen de profundo».

Un libro que se vendió sólo en sex shops: «Esa aventura fue sensacional. Y refleja uno de los grandes problemas del sexo: que es que cuando se habla de él siempre se habla donde no toca y además nunca escucha la gente que en teoría tiene que escuchar. Podría decirse que el sexo sería un gran malentendido si no estuviéramos aquí, porque si estamos aquí… es que algo de sexo hubo. En cualquier caso hay que entender que lo que se permite en una sociedad no altera los valores profundos de esa sociedad. Hay sociedades más represivas en teorías y más permisivas en la práctica y viceversa. Ahora estamos siguiendo la línea que se siguió en los setenta,

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Tras contar su etapa en buhardillas buscando la píldora, las proposiciones homo sexuales «importante», y su participación en orgías en Barcelona, entra en el terreno de la actualidad: «Lo que más me dicen últimamente es “está usted mucho más guapo al natural que en las fotos o tal”. Y siempre digo lo mismo: “Imagínase que fuera al revés”. Y luego hay un momento fantástico donde me dicen: “Ayyyy”. Las mujeres mayores, como pierden ya por completo el pudor, se creen fuera del mercado y te dicen cosas realmente tremendas. Pero lo más descarado que te dicen es este sonido: “Ayyyy”.·»Te achucho, te devoro, te como. “Mmmmmm” (ríe). Eso me hace muchísima gracia. Hombre, si eso se lo dicen a una joven entiendo que se moleste. Pero yo que ya soy mayor, y me lo dice una señora, y no hay una voluntad más que de manifestación de lo que podía haber sido… “Lo que yo te hubiera hecho”… “¡Me pilla usted con 20 años…!”, me dicen (ríe)».

 

Parece más bien un degenerado.