Luis Bru.
Federico Jiménez Losantos ya tiene su Esperanza Aguirre sustituta, Cayetana Álvarez de Toledo, hiératica, estirada, lejana, licenciada en Oxford, pero liberal egipcia -vive del presupuesto sin oficio ni beneficio privado-, discípula de Karl R. Popper y seguidora miméticamente de los postulados de George Soros. Losantos bebe los vientos por ella, la defiende, la protege. En su reciente polémica con el PP vasco, al que calificó de tibio y de haberse mimetizado con el nacionalismo, Losantos saltó en defensa de ella, considerando que Pablo Casado había perdido una oportunidad de quitarse de encima a Alfredo Alonso.
Para Federico, la virtud del discurso de Cayetana se percibe por los resultados electorales magros del PP vasco en proceso extraparlamentario, pero obvia los malos resultados alcanzados por su protegida, donde obtuvo 1 sólo escaño con unos escuálidos 155.504 votos. El discurso fuerte de Cayetana fue incapaz de frenar los 111.810 votos de Vox ni alzanzar los 372.094 de Ciudadanos. No está Cayetana para hablar muy alto.
Accionista de Libertad Digital, donde tiene 400 acciones, que debería dar por pérdidas, entró a trabajar como redactora en El Mundo en el año 2000 y pasó a ser contertulia de La Mañana con Federico Jiménez Losantos, de donde pasó en 2006 a jefa de gabinete de Ángel Acebes en la secretaría general. Esta fue la etapa que Losantos considera más ventajosa y dulce en sus relaciones con el PP. Fue la época en que Luis Bárcenas, por indicación de Ángel Acebes, sacó 410.000 euros de la caja B para comprar acciones. Una operación a la que no debió ser ajena la jefa de gabinete, que debe estar en todo.
Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta-Ramos, unos apellidos que no caben en la tarjeta de visita, es hija de Juan Illán Alvarez de Toledo y Giraud, del que se dice que combatió en la Resistencia Francesa, y llevó una vida cosmopolita. Aunque nació en Madrid, «fui apátrida hasta los 16 años, argentina hasta los 24, franco-argentina hasta los 32, y desde entonces soy técnicamente hispano-francesa-argentina»; definición que se conjuga con esta otra: «yo decidí ser española»; alcanzó la nacionalidad española en 2007. En su polémica con Alfredo Alonso se sintió molesta y dijo que «a mí lo que me ha sorprendido mucho es que un antinacionalista acérrimo me pudiera calificar a mí de extranjera» y añadió: «seguiré trabajando en eso que se ha venido en llamar España Suma».
Esta licenciada en Historia Moderna por la Universidad de Oxford, madre de dos hijos de Joaquín Güell, divorciada desde 2008, fue portavoz adjunta en 2008 y repitió en 2011. No se presentó en las elecciones de 2015 por discrepancias con Mariano Rajoy, lo cual tiene encantado a Federico Jiménez Losantos quien se ha quedado anclado en los tiempos del marianismo y de los sorayos. Nada cercana, creyéndose superior, digna de un estudio freudiano, probablemente tímida, ha sido directora del área internacional de FAES, puro aznarismo, lo cual le pone también a Losantos. Puso en marcha el movimiento cívico Libres e Iguales, traslación de su adhesión al pensamiento de Karl R Popper en su libro «La sociedad abierta y sus enemigos».
Cayetana Álvarez de Toledo es una jacobina sin cintura que todo el día tiene en boca como admonición la palabra totalitario. De desagradable trato, Federico dice que «pensaba yo que Albert Rivera iba anunciar su fichaje», y aunque el corto de estatura ironiza, no anda desencaminado porque Cayetana es una globalista en estado puro, que ha quedado atratapada en la ideología cuando Popper era la antiideología. Comete el mismo error de Soros y eso la hace tan peligrosa; es una sectaria de la sociedad abierta, lo cual debe ser entendido como una contradicción en los términos.
El problema de Cayetana Álvarez de Toledo es que es partidaria de que todos seamos libres e iguales pero no sabe cómo ni quiénes, ni tan siquiera ha leído todo Popper, ni tan siquiera conoce la idea de las regularidades que son precisas en una sociedad para que pueda haber convivencia y diálogo; su paganismo no le permite fundamentar una ética -en eso se asemeja a Losantos que no pasa de ser un payaso ilustrado- y no sabe cómo fundamentar el Estado nación, que cree que incuba el totalitarismo y la identidad. Hace la misma lectura de Popper que George Soros.
Confunde su cosmopolitismo con el multiculturalismo, en el que se dan sociedades yuxtapuestas y de ahí se pretende ver una pluralidad, o diversidad, en el argot de la izquierda. En el fondo, en términos coloquiales, tiene una gloriosa empanada mental.
Hierática como una vestal, con acento porteño, XIII Marquesa de Casa Fuerte, sumamente egoísta -«siempre va a lo suyo, a su interés personal», dice alguien que la trató y la conoce bien-, Federico ya tiene su Esperanza Aguirre de pega, anclada en la ideologia, distante y fría, jacobina y globalista.