Javier García Isac. Director de Radio Ya.
La amenaza de unas nuevas elecciones pende sobre todos nosotros. Pedro Sánchez y su partido no quieren acuerdos con nadie. Se sienten superiores a todos y eso les hace exigir a los demás un apoyo cerrado y sin fisuras, pero sin posibilidad de aportar o decidir nada en un hipotético gobierno socialista. Presionaron hasta la extenuación a Ciudadanos y Albert Rivera para que votara si a la investidura de Sánchez. La presión llego incluso al límite de lo soportable, intentando dinamitar la formación naranja, cosa que hemos de reconocer, estos últimos aguantaron mejor de lo esperado. Después lo intentaron con Podemos y Pablo Iglesias y la dinámica fue la misma, presionar e intentar romper la cohesión de los comunistas, generarles dudas y augurarles un futuro muy negro si no facilitaban la presidencia de Sánchez.
Nada de lo realizado hasta el momento ha dado sus frutos, y eso nos hace pensar que volvemos a la casilla de salida, al punto de partida, a la convocatoria de unas nuevas elecciones que yo tengo muchas dudas de que sirva para algo y sobre todo, de que despeje alguna incógnita.
Los socialistas piensan que una repetición electoral hundiría a los demás y ellos serian los únicos beneficiados. No lo tengo tan claro. Parten de la idea de que la mayoría de las personas son tontas, imbéciles y quizás en eso tengan razón, pero no tanto como para no darse cuenta de la maniobra que llevan preparando durante meses. El PSOE ha devorado todo lo que está a su alrededor, es un partido conspiranoico por naturaleza y con mucha experiencia en hacer el mal. Su clase dirigente no tiene escrúpulos de ningún tipo y eso les hace caer con facilidad en la soberbia. La soberbia te nubla y te saca de la realidad. Es lo que mejor define a Pedro Sánchez y a su cuadrilla, hasta tal punto, que llegan a creerse sus propias mentiras y sus propias conspiraciones.
Es muy posible que estemos ante el escenario de un más que probable adelanto electoral, donde el consenso, la componenda social demócrata liberal que representa el triunvirato PSOE, PP y Ciudadanos escenifique una ruptura momentánea pues las tres organizaciones pelean, luchan por el mismo espacio electoral. Que nadie se lleve a engaño, pueden existir matices, comas, puntos, pero en lo mollar están de acuerdo, en lo verdaderamente importante, son un bloque sin fisuras, que solo se resquebraja a la hora de repartir puestos y sillones, y las disputas tienen mucho de estético y poco de ideológico.
Sinceramente, no se a quien perjudica o beneficia un adelanto electoral, solo se, que visto lo visto, España está mejor sin gobierno, esta mejor en esta situación, que cuando los partidos tienen todo el aparato del poder para hacer el mal, que cuando se legisla para enfrentarnos lo los unos a los otros, que cuando los socialistas ponen toda su maquinaria a trabajar en beneficio propio y en tergiversar la historia y la verdad. Pero también tengo una cosa clara, muy clara, nada volverá a ser lo que era, nada volverá a ser igual. Gran parte de los españoles empiezan a despertar de su letargo, empiezan a entender que todo este teatrillo, que toda esta escenificación de marcar diferencias entre PSOE, PP o Ciudadanos, tiene un recorrido muy corto. Que son lo mismo y que no están dispuestos a volver a dejarse engañar por eso que pomposamente llaman el voto útil o lo que es lo mismo, lo políticamente correcto. Meterán miedo, asustaran con una victoria del enemigo, se perderán apoyos momentáneos de los mas asustadizos y cobardes, pero todo será en vano. Gran parte del pueblo español ha perdido el miedo a decir lo que piensa y eso no tiene marcha atrás y eso es una incógnita en la ecuación con la que los del consenso, los de la componenda no contaban, y a buen seguro marcara la diferencia.
El pueblo español empieza a darse cuenta que votar PSOE, PP o Ciudadanos, es votar más de lo mismo, es seguir apoyando a los que nos han traído hasta aquí. El aliciente de unas nuevas elecciones es saber si aquellos que se atrevieron a romper con la engañifa del voto útil, seguirán a delante o si por el contrario, su valentía inicial ha durado apenas unos meses.