Luis Bru.
Pedro J Ramírez ya no es respetado, porque no es respetable. Ha perdido el Oremus. Lo del programa «Todo es mentira» de Risto Mejide fue un ensañamiento, con ese momento estelar en que afea a una periodista que no sepa que Pedro Sánchez le debe la presidencia del Gobierno a los votos de los 2 diputados de EH Bildu, y le intenta dar una improvisada lección de periodismo, diciéndole que antes de hacer una entrevista hay que saberse la «aritmética parlamentaria», cuando fue él el que metió la pata hasta el corbejón. No es respetado. Pasaron sus tiempos de vino y rosas. Hasta Miguel Lago se permitió bromear con él: «Lo siento mucho Pedro J pero te acaban de mear otra vez». También le afeó que llevara «las chaquetas de su exmujer«.
Lo mejor que podría haber hecho Pedro J Ramírez era retirarse, pero se ha empeñado en mantener un protagonismo que no le corresponde, empujado al fulgor de los focos por Cruz Sánchez de Lara, y está entrando en zonas de penumbra patética. Está su obsesión con Ciudadanos, su condición de militante hooligan, porque la cazada fue en la presentación del décalogo del «feminismo liberal» del partido de una nulidad como Ignacio Aguado, que cada vez da peor en las encuestas.
Este Ramírez crepuscular muestra a cada paso su ignorancia proteica. Ha oído las campanas de Rambla Libre que resuenan por toda España y se ha puesto a desentonar. El riojano predica la minicoalición en las circunscripciones pequeñas, que es donde la Ley D’Hondt tiene menos importancia, porque en una circunscripción donde se diriman tres diputados, uno será para el PSOE y los otros dos para PP y Vox (Ciudadanos está en caída libre). Pero es en las circunscripciones medias y grandes donde la Ley D’Hondt se vuelve letal. Parece mentira que, a estas alturas, Ramírez no conozca la Ley electoral de España. Es terrible que gente tan ignorante haya tenido tanta influencia.