Editorial.
Resulta ingenuo conceder credibilidad a las encuestas en España porque están hechas a medida de los medios que las contratan y los medios están vendidos al poder, que los alimenta con publicidad institucional. Pueden seguirse algunas tendencias: Podemos es un partido a la baja y Vox es un partido al alza. Las tendencias tienden a intensificarse en las urnas. La falta de credibilidad fue manifiesta en las elecciones andaluzas, donde todas las encuestas marcaban una victoria fácil del PSOE, un derrumbe del PP y una entrada meramente simbólica de Vox en el Parlamento andaluz. No es descartable, porque se mueve dentro de cierta lógica, que el deterioro de Podemos beneficie al PSOE, como expectativa de partida.
Hay momentos en la historia en los que hace preciso defender lo obvio y lo obvio, aquí y ahora es que el PSOE de Pedro Sánchez es el suicidio de España. Es, por de pronto, la destrucción de la nación y esa pulsión entraña el conflicto. Conlleva la guerra civil y lo demás es comentario. Con sólo 84 diputados, el aventurero que es Pedro Sánchez se ha iniciado de manera peligrosa por la senda de la bilateralidad hasta llegar a la locura de aceptar una negociación sobre la autodeterminación con un mediador posiblemente internacional. Para quienes tienden a engañarse con los cantos de sirena y las modulaciones bajas de la voz de los manipuladores, es preciso recordar que el separatismo catalán ni ha renunciado ni va a renunciar a la asimilación de la Comunidad Valenciana y Baleares, que el PNV y EH han pactado un nuevo Estatuto en Vascongadas que es otra declaración de independencia y que detrás iría Navarra. Pedro Sánchez y el PSOE representan la balcanización de España.
Con esa sola evidencia, el cuerpo nacional debería ser capaz de reaccionar y provocar una derrota sin paliativos de los socialistas. Lo hizo en Andalucía y nosotros apostamos porque se va a producir en las elecciones generales. El PSOE de Pedro Sánchez sólo puede pactar para gobernar con el amorfo partido Podemos, que se mueve en las pulsiones de la antiEspaña, y con toda la colección de separatistas sobre la que se ha asentado esta legislatura absurda. Ciudadanos no puede pactar con ese PSOE, porque la única convicción que sí ha mantenido ese partido ha sido la defensa de la unidad de España y de los derechos de los españoles en Cataluña. Ciudadanos, que cada vez se parece más, en sus veleidades, a una izquierda patriótica sólo podría pactar con un PSOE renovado sin Pedro Sánchez.
La destrucción o debilitamiento de la nación traería consigo la ruina de la sociedad, ya muy tambaleante. Una política destructiva, como la de Pedro Sánchez, conlleva la destrucción de la riqueza nacional. Los Presupuestos Generales del Estado eran enormemente dañinos.
No percibimos, con todo, ningún clima de entusiasmo en las redes sociales a favor de Pedro Sánchez, que es el candidato del sistema y de los desacreditados medios de comunicación tradicionales. Pero no conviene confiarse. las bases electorales tradicionales del PSOE deberían huir de Pedro Sánchez como de la peste, pues su modelo de sociedad y sus barrios están amenazados por las políticas laxas en materia de inmigración subvencionada y por la estéril y nihilista ideología de género. Lo que percibimos en las redes sociales es un apoyo creciente a Vox, que momentáneamente no tiene techo en cuanto a sus expectativas y que no es improbable que recoja una buena parte del voto que está abandonando Podemos a la carrera.
Las sociedades no suelen suicidarse. Suelen reaccionar en el último momento ante situaciones de peligro y esperamos y confiamos en que en esta ocasión suceda esa reacción salvadora, porque no hay duda alguna de que el PSOE de Pedro Sánchez entraña el suicidio de España.