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Ciudadanos, la institucionalización del oportunismo

Redacción




Gustavo José Pérez Rosas.

Ciudadanos es el adalid de ese mal llamado “cordón sanitario” que busca obstaculizar el crecimiento de Vox en toda España y su normal desenvolvimiento en el seno de las instituciones. Una actitud antidemocrática que contrasta con los supuestos objetivos democráticos de la estrategia defendida por los de Rivera. Más allá del presumible fracaso de esta operación de aislamiento, cabría preguntarse las razones de esta actitud, que si bien sería comprensible en grupos de extrema izquierda, sorprende en un partido político que gran parte del electorado percibe como de centro-derecha o incluso directamente de derechas y que forma parte del Grupo de la Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa, del que también forma parte el PNV, por ejemplo, y dónde encontramos partidos como el Movimiento por Derechos y Libertades búlgaro que no es sino un partido etnicista de los búlgaros de origen turco, así como otros partidos como la Izquierda Radical danesa o el Partido de Centro de Finlandia que formó coalición de gobierno con la Coalición Nacional y los Verdaderos Finlandeses, partido considerado ultraconservador y euroescéptico, muy contrario a la inmigración y a la islamización de su país.

Albert Rivera, de diseño macronista, en la Plaza de Colón.

Las razones, en realidad, son de corte electoral y pretenden devolver a Ciudadanos a su origen socialdemócrata. No debemos olvidar que Ciudadanos en su origen se definía como un partido del socialismo democrático. En 2007 se autodenominaban como centro-izquierda, para borrar más tarde cualquier referencia a la socialdemocracia y definirse como “constitucionalista, liberal, demócrata y progresista”. En esta época, debemos recordar que aún estaban circunscritos a Cataluña y aún les quedaba lejos la expansión nacional que no llegaría hasta el 2014. En aquellos momentos, además, disputaban cierto protagonismo con UPyD, el Partido de Rosa Díaz, que buscaba en el conjunto España aglutinar el mismo espectro de voto que Ciudadanos buscaba atraer sólo en Cataluña.

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El año 2009, y antes la posibilidad de no poder ver colmadas sus ambiciones de futuro, Albert Rivera toma la decisión de aceptar la financiación del empresario irlandés Declan Ganley, conocido activista pro-vida y euroescéptico, y coaligarse con Libertas, aunque dicha alianza le obligaba abandonar las posiciones progresistas y de centro de izquierda y abrazar las ideas euroescépticas y católicas de Declan Ganley. Pero como se suele decir, el dinero no tiene ideología. Tampoco la ambición desmedida.

En aquellas elecciones europeas, el candidato de Libertas-Ciudadanos fue Miguel Durán, el antiguo presidente de la ONCE. La persona encargada de “ficharle” fue el propio Albert Rivera, quien se entrevistó y cerró el acuerdo con Miguel Durán en el restaurante Príncipe y Serrano de Madrid, entonces propiedad de Arturo Fernández, expresidente de la Confederación de Empresarios de Madrid.

Los resultados electorales no acompañaron y eso llevo a Albert Rivera a buscar nuevos horizontes, paraguas políticos-ideológicos que le ayudaran a conservar la posición de Ciudadanos en Cataluña y su soñada expansión en España. Es entonces cuando buscó posicionarse junto a los Liberal Demócratas, no importándole mucho que el partido tradicionalmente referente de esta Alianza Europea en España hubiesen sido los independentistas del PNV.

Esta estrategia le fue mejor y pudo lograr con éxito su ansiado salto a la política nacional, donde se presentó como un partido de social-liberal capaz de disputar al PP los votos del centro derecha. Un lugar en el espectro electoral en el que se sentía cómodo hasta la aparición de Vox. ¿Por qué? Porque al encontrar el PP un partido más a su derecha, limpio de corrupción y sin las mochilas que implica haber gobernado, obligan a la formación de Pablo Casado a centrar su estrategia en el mismo elector que Ciudadanos. Consecuencia: Ciudadanos huye de la confrontación electoral directa con el PP y busca ocupar un espacio más a la izquierda, pasando a disputar los votos al PSOE, a quien considera un rival más fácil de vencer.

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Una estrategia de oportunismo político que sólo busca el poder por el poder y saciar la ambición desmesurada de su líder, a quien no le importa cambiar de chaqueta las veces que hagan falta con tal de lograr sus objetivos personales.

El famoso “cordón sanitario” que impulsa Ciudadanos se explica en este regreso a las posiciones del centro izquierda en un intento por ocupar el espacio que la socialdemocracia está dejando en toda Europa. En el fondo, no debería sorprender  a nadie, se trata del regreso a casa de un camaleón de la política muy aficionado a las reuniones del Foro de Davos y el Club Bilderberg.