Miguel Sempere.
Esta semana la empresa estatal Acuamed ha subido el coste del agua a 0,62 euros/m3, dejando sin efecto la tarifa de sequía de 0,30 euros. El PSOE se opuso al trasvase del Ebro con la alternativa de las desaladoras. Ahora dobla el precio. En noviembre, el Gobierno, según los regantes, no envió 12,5 hectómetros de agua del trasvase Tajo-Segura. El PSOE parece dispuesto a desatar una nueva guerra del agua y, en cuanto partido, a ser repudiado por los regantes de Alicante y Murcia.
El PSOE de Pedro Sánchez parece interesado en suicidarse, está como bajo la pulsión tanatológica, de un instinto suicida. Los socialistas han anunciado medidas muy lesivas para la industria automovilística, contra el diésel, prohibiendo los coches de gasolina, todo esto resulta altamente lesivo para la Renault (Valladolid, con alcalde socialista), PSA (Vigo, con alcalde socialista), Opel (Zaragoza, alcalde podemita y territorio de Javier Lambán), Ford (territorio de Ximo Puig). Los trabajadores de esas empresas no se van a sentir muy motivados a votar al partido socialista. Por motivos ecológicos quiere acabar con el carbón, lo que es una agresión a Asturias (Javier Fernández) y Aragón (de nuevo Javier Lambán).

Ya contabilizamos a los regantes levantinos y a los trabajadores del sector automovilístico. Luego, atrapados en la teoría, el PSOE de Pedro Sánchez quiere acabar con la caza. Son palabras mayores. Por estas ocurrencias ya ha perdido Andalucía. En el lote van Castilla-La Mancha y Extemadura. El PSOE de Pedro Sánchez está agrediendo sistdemáticamente a sus votantes. En Castilla-La Mancha hay 106.000 licencias de caza. Un caladero de votantes decisivo. En Extremadura son 80.000. No se puede gobernar Extremadura contra los cazadores. Castilla-La Mancha recauda 8 millones en tasas e impuestos derivados de la caza, que aporta 364 millones de euros al PIB regional, lo que se traduce en 24.000 empleos, 10.000 de ellos, directos.
¿Qué pretende Pedro Sánchez? Mimando a los animalistas, arremete contra los toros. Dicen que ha bajado la afición y recaudación, pero ambas siguen siendo muy elevadas. No tiene sentido enfrentarse a un grupo de electores tan fuerte, entre los que hay -o había- muchos votantes socialistas.
El efecto acumulativo de tanta agresión está siendo letal. Lejos de las esotéricas encuestas de Tezanos, una de Electromanía, publicada por El Plural, marca un desastre sin paliativos en Madrid, donde el PSOE desciende al 11%, por debajo de Vox, 13,2 y el PP, 13. Otra de Celeste-tel, para El Diario, le da en unas generales como el más votado con el 25,21%, casi empatado con el PP, 24,7%; luego se situaría Ciudadanos con el 19,4%, Podemos con el 16,2% y Vox con el 6,8%. La izquierda pasaría a la oposición.

A todas las medidas socialistas agresivas para colectivos de votantes, hay que sumar su fracasada estrategia de cesión ante los nacionalistas en Cataluña para perfilar un paisaje de suicidio socialista. Los barones se muestran ya inquietos, o como dice Javier Lambán, «preocupados«, propugnando la ilegalización de los partidos separatistas, una propuesta de Vox, la recuperación de la competencia de orden público, en lo que está de acuerdo también Emiliano García Page. El PSOE se cuartea en la medida en que percibe su propia consunción electoral y la pérdida general de sus feudos.