Enrique de Diego.
Vas a recibir más que una estera. Hasta que aprendas el Catecismo que en tus tiempos de monaguillo en Orihuela del Tremedal no te enteraste. Te he tenido que dar unas cuantas collejas para que hayas mostrado un mínimo de decencia –dignidad no tienes, ni la hueles- escribiendo a favor de Zaplana afeando a esa jueza valenciana dedicada al ensañamiento judicial y dictando, por su cuenta y riesgo, pena de muerte. Porque nadie pide que se ponga en libertad a Eduardo Zaplana, que jodíó su vida cuando entregó su alma al diablo a través del ultraalcohólico Joaquín Vila y la momia apestosa de Luis María Ansón –glorioso el artículo de Miguel Bernad en Rambla Libre– sino que esté en arresto domiciliario, lejos del riesgo de infección.
Has tardado, en moverte, enano saltarín cuando Zaplana también te entregó el alma a ti, diablo cojuelo, y la chequera y los fondos de la Caja de Ahorros del Mediterráneo y Bancaja, porque tú en materia de fondos públicos eres más insaciable que una rata de cloaca. Zaplana hasta te dio una licencia de radio en Elche para que te escuche la familia política de esa burra vieja que has vendido, el tal Pablo Casado. Esa familia política que se ha dedicado a dar pelotazos con el PSOE y a ser su cobertura mediática y de la corrupción. ¡Menuda gentecilla los Torres y los Orts!
Lamento, la verdad, no conocer al comisario José Villarejo, que ha prestado importantes servicios a la Patria y que ahora pena por la saña borbónica, aunque sus apasionantes grabaciones a Corinna son un torpedo en la línea de flotación de esta nefasta dinastía, que ha dado al mayor chorizo del mundo mundial, un personaje tan patán y tan imbécil que pone de testaferro a su barragana, de forma que éste campechano donde tiene la olla mete la polla hasta el fondo. Traigo a colación a Villarejo porque es un ferviente lector de estas cartas a degüello. Te ha llamado “charlatán de mercadillo”, ajustada descripción de tu nimiedad –no tienes media leche mediática- cuya paternidad es mía y con toda justicia reclamo, aunque bien pudiera ser que cada uno hubiera llegado por su camino a la misma evidencia, porque que eres un charlatán de baratillo es obvio.
También te ha llamado “matón de medio pelo y calumniador”, e insinúa que eres un paranoico y un psicópata con una alcachofa. Te ha clavado. Y te advirtió que se iba a recoger los testimonios de las personas que se atrevan a denunciar las amenazas que usted hace para conseguir dinero, publicidad o privilegios que cree merecer», porque tu avaricia corre pareja a tus necesidades y a las clases particulares de Ayanta Barilli, dados tus proverbiales problemas psicoconyugales.
Dice que te llamó muy educado por teléfono y te comportaste con “la misma actitud de pánico que adoptan los delincuentes cuando sienten cerca a la policía y temen ser descubiertos. Posiblemente le traicionó su viejo instinto de militante creo de la Liga Comunista Revolucionaria-Eta VI Asamblea, donde creo que militó o tal vez, volvió a sentir el miedo que sufrió cuando recibió el aviso en la rodilla, que según dicen, yo no lo sé, fue por quedarse con la caja de la banda donde militaba. Como verá, es muy fácil generar rumorología con cualquier excusa, en este caso, por la muy sorprendente indulgencia con que se comportaron unos terroristas, que lejos de tirar a matar, como hicieron contra alguno de nosotros, se limitaron a un escarmiento, digno más bien de delincuentes comunes, que discuten entre sí por el reparto del botín».
Pues es verdad, Federico, enano saltarín, lo tuyo suena más a ajuste de cuentas mafioso que a terrorismo. Y conocida tu proverbial afición al dinero ajeno –metiste la mano en la caja B del PP para financiar tu mal gestionado chiringuito-, da mucho que pensar.
Joder, Federico, si eres tan lacayo y tan baboso que llamaste, en una columna de Abc, a su bajeza Catalina Luca de Tena «musa de la postmodernidad«. ¡Qué ya se necesita tener estómago!